jueves, 7 de febrero de 2013

Se va también Barragán


¿Cómo funcionan realmente los exámenes que aplica el Centro de Control, Evaluación y Confianza para establecer si los servidores públicos (aunque sólo se aplica a policías, no sé porqué) son dignos o no de confianza, y poder definir así si deben seguir perteneciendo a las dependencias que tienen que ver con la seguridad pública?
Fíjese que tan preocupante es conocer los resultados. Ramón Aguirre Vizcarra, cuyo principal antecedente fue haber sido un policía que alcanzó notoriedad como honesto cuando regresó un maletín cargado de dólares que encontró en estado de abandono y llegó a Director de Seguridad Pública tanto en Guaymas como en Empalme, fue literalmente exhibido tras no haber pasado el examen de confianza. Hay quien asegura que esa fue la verdadera razón de su salida de la comandancia en Guaymas.
Oscar Barragán.
El viernes de la semana pasada, fue cesado de sus funciones como Director de Programación, Organización y Presupuesto del Instituto Superior de Seguridad Pública del Estado, el licenciado Oscar Barragán Valdés, quien también fuera Director de la policía en Guaymas durante los 3 años de administración pública de Carlos Ernesto Zataráin González. No pasó los exámenes de Control y Confianza del C3, y “se le pidió la bola”, aunque se presume que sigue ostentándose como funcionario del citado ISSPE.
La pregunta del principio es debido a que, si estos personajes en su momento fueron seleccionados como jefes policiacos por la presunta buena imagen que tenían y después de eso son vergonzosamente separados de sus funciones por falta de confianza, ¿cómo andamos entonces realmente con los centenares o miles de policías en Sonora? Sí, muchos, bastantes, han salido con los mismos resultados, pero… ¿serán realmente todos?
Separar de sus funciones a quienes no pasan el examen de confianza no creo que sea suficiente para eliminar la espantosa corrupción que existe en todas las corporaciones policiacas del Estado y del país. Hay demasiada contaminación en los cuerpos de seguridad pública, algo que cínicamente se vislumbra a través de descarados “tiraderos” de drogas, robos con o sin violencia a plena luz del día y un abierto respaldo de los agentes patrulleros que circulan en las unidades “vigilando” que todo esté en orden.
Da la impresión de que si esos exámenes de marras son en serio, en cualquier momento, en Sonora… ¡nos quedamos sin policías!

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