Tenía que ser un evento católico el que devolviera a la Plaza de los Tres Presidentes una concentración como la de anoche martes, tras la entrega de la recién restaurada parroquia de San Fernando. Hacía muchísimo tiempo que ningún evento, ni social y mucho menos político, pusiera a nuestro zócalo guaymense como en sus mejores tiempos de gloria, logrando reunir, según los buenos para los cálculos, a cerca de seis mil personas.
Ayer por la mañana conversaba con un amigo sobre la
influencia que sigue ejerciendo la iglesia católica en el grueso de la
población, algo que es definitivamente indiscutible. Ayer fue una muestra más
de que así es. Seis obispos y cerca de 200 sacerdotes atrajeron a millares de
guaymenses que, rendidos a su doctrina religiosa, participaron en una magna
misa, ante la presencia ahí de representantes del gobierno y gente que se mueve
en la política.
El evento en sí fue impresionante. Más todavía porque,
insisto, hacía mucho tiempo que no se veía nuestra plaza tan repleta de gente.
Y aunque no se quiera, las comparaciones surgen de manera espontánea. No
cualquier político se aventura en estos tiempos a convocar para una
concentración en la Plaza de los Tres Presidentes. De hecho, hace mucho que no
se hace un evento ahí de ese tipo.
La cuestión es fácil de entender. Hace todavía no muchos
años, los cierres de campañas de proselitismo se acostumbraban en la principal
plaza guaymense. Desde hace tiempo se hacen en colonias (procurando que sean
éstas las más populosas) y con cajas de trailers a los costados para que,
apretujados los pocos asistentes, simule en las fotografías que fue un lleno “a
reventar”. Se tiene que recurrir a la falsedad para tratar de aparentar una
verdad que no existe.
Eduardo Bours. |
Hace todavía algunos años, los seguidores de Andrés
Manuel López Obrador lo trajeron a ese lugar, a donde asistieron más curiosos
que militantes de los partidos de izquierda. La última vez lo metieron al salón
social de Bellas Artes, donde caben cerca de 300 personas. Y había espacios
vacíos. Los del PRI y los del PAN, prefieren mejor ni acordarse de que hay una
plaza que antes era el orgullo de sus acarreos.
Ayer la iglesia católica comprobó tranquilamente que
sigue teniendo mucho más poder de convocatoria. Tanto, que hasta el ex
gobernador Eduardo Bours Castelo anduvo por ahí acompañado de su esposa. Y
muchos otros más que hace tiempo no se dejaban ver. Ahí fueron a refrendar que
también son fieles seguidores del clero.
Fue definitivamente un hecho histórico derivado de la
presencia de un huracán que destruyó la cúpula de la parroquia guaymense. Fue
la unión de religiosos católicos con políticos y pueblo en general. Fue la
reunión de ricos y pobres. Ahí estuvieron miembros de las familias más
encumbradas económicamente hablando, y de personas que apenas completaron para
el camión para estar a tiempo en la misa.
Será difícil que se repita.
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A veces el Diablo se aparece sin que se le llame. También
hay quienes ven “moros con tranchete”. El caso es que en Palacio Municipal
inicia una tempranera revoltura derivada de confusiones y malos entendidos, que
han llevado a que corran rumores absurdos, como el de ayer en la mañana que
situaba fuera del Ayuntamiento al Secretario Ramón Leyva Montoya. El mitote
pasó por varias dependencias del Municipio.
Pareciera que la inseguridad en el trabajo desempeñado
lleva a encontrar culpables donde no los hay. Y eso provoca reacciones hasta
torpes. Si alguien está desarrollando un trabajo específico, es muy sencillo
entenderlo: se lo ordenó quien debe ordenarlo. Así de fácil. Pobres lo que no
lo entiendan así.
Las aguas no se revuelven solas.
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“¿Sabes cuál es la mejor dieta?... vivir fuera del
presupuesto.”
Tales fueron las palabras que expresó Miguel Gaspar
Bojórquez “El Pilo”, actualmente con un cargo de Asesor Técnico o algo por el
estilo dentro del Ayuntamiento de
Guaymas, y desde donde ha empezado una recuperación económica que no
veía llegar desde hace algunos años.
Con sus años de gloria política en un lejano pasado, el
ex alcalde de Empalme fue gente cercana al inmolado candidato del PRI a la
Presidencia de México Luis Donaldo Colosio Murrieta, y como ocurrió con muchos
de sus amigos, tras su muerte quedaron literalmente en el desamparo.
Muchos de ellos fueron desapareciendo paulatinamente del
espectro político. Otros, como el mismo Gaspar Bojórquez, aún pululan por los
pasillos de la política buscando una oportunidad de trabajo, sin más
alternativa que vivir tres años del presupuesto --como lo menciona en su comentario--
y después de eso pues… a buscarle de nuevo.
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