Si las cosas no cambian en los meses previos a que
concluya el año, el Partido Acción Nacional no llegará precisamente con las
mejores perspectivas al 2015, periodo en el que habrá proceso electoral para
los cambios en toda la estructura de gobierno en Sonora en sus tres niveles.
Después de un 2012 en el que las cosas no salieron nada
bien, los panistas entienden que el siguiente será un proceso muy complicado,
sobre todo porque tras las contundentes derrotas que sufrieron, es hora que no
recomponen actitudes y muchos de ellos siguen viviendo en medio de una soberbia
ficticia, la mejor careta para hacer creer que todo marcha bien.
“La caballada está muy flaca”, me dijo un reconocido
militante al advertir que no les está ayudando mucho la necedad de no asimilar
aún que el proceso anterior les resultó adverso, y que los cambios (sobre todo
de actitud) son más urgentes hoy en día. El más ancestral enemigo del
blanquiazul, el PRI, les dio una tunda y es hora que no lo aceptan. Se siguen
creyendo en el poder absoluto.
Y de mantenerse en esa posición, los augurios no pueden
ser buenos en el siguiente año de elecciones. Las designaciones de candidatos
van a tener que estar apegadas a los deseos de la militancia real, de aquella
que siente la ideología panista no para beneficio personal sino para lograr un
cambio positivo en la forma de hacer gobierno. “La raza” a la que sólo se
utiliza para llenar urnas, mas nunca para corresponderle una vez siendo
gobierno. Y no se dan evidencias de que las cosas vayan a ser así… de nuevo.
En suficientes ocasiones ha quedo demostrado que las
imposiciones no son buenas. Los llamados “candidatos oficiales” son
generalmente contrarios a las simpatías de los militantes, y las consecuencias
les han resultado desastrosas. Ahí está el caso específico de Guaymas, para no
ir tan lejos. Aquí perdieron hasta la ropa interior. Y aún así no se deciden a
cambiar de actitudes.
Por lo pronto, es importante reflexionar sobre el menú de
opciones que se maneja al interior del PAN para la candidatura a la
gubernatura, donde presuntamente don Javier Gándara Magaña iba “por la libre”.
Desde ahora se advierten ya fuertes fricciones por la presencia, de nuevo, de
David Figueroa Ortega, quien se quiere “sacar la espina” clavada desde 2009 y
ya circula por los diferentes rincones de Sonora buscando adeptos para alcanzar
su propósito.
Esto mientras que en el palacio de gobierno de Hermosillo
siguen insistiendo en que Alejandro López Caballero bajo ninguna circunstancia
ha renunciado a sus aspiraciones de contender por esa postulación. Esto es lo
que empieza a inquietar a la familia panista, a quienes los experimentos
democráticos los han desunido más que fortalecerlos.
Aquí en Guaymas, varios nombres se manejan como
prospectos para la alcaldía, entre estos el del empresario transportista
Eduardo González Gaxiola, del Agente Fiscal Lorenzo Decima Dworack, de Gastón
Lozano González e incluso del presidente del partido Omar Núñez Caravantes,
quien insiste que no le interesa ser candidato… dice.
Quien sea, los panistas van a tener que trabajar
muchísimo si es que quieren recuperar el gobierno municipal, ya que después de
aquel devastador paso del hoy funcionario estatal César Adrián Lizárraga
Hernández, ellos mismos no se han preocupado por al menos tratar de
justificarse ante la comunidad y dar una explicación de lo que realmente pasó
ante el saqueo que mostró el erario.
Por lo pronto, se puede advertir, hoy, que el PAN podría
sufrir no sólo los mismos, sino otros descalabros más.
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