La corrupción somos todos...
El problema de la corrupción en México, a todo lo largo y ancho de su territorio, no es cuestión únicamente de quienes se encuentran en los cargos públicos de mayor nivel. Regularmente, cuando hablamos de corrupción, nos llega la imagen del clásico político de camisa blanca y corbata, que abusando del poder que le da una posición en el quehacer público, alimenta ilícitamente sus cuentas bancarias.
No es necesario hacer un análisis muy profundo para darnos cuenta de que la corrupción se practica todos los días, a todas horas, y en todos los niveles de gobierno que usted guste y mande. Y no son solamente los policías, uniformados o no, los que se dedican diariamente a extorsionar a quien por alguna razón se ve envuelto en un problema.
Es profundamente lamentable lo que ocurre en nuestro país. Y lo peor de todo, es que aún aquellos que tanto critican la corrupción son quienes más se benefician con dineros mal habidos. Alguien alguna vez dijo que “la corrupción somos todos”, en respuesta a un lema presidencial que, por el contrario, decía “la solución somos todos”. Efectivamente, todos formamos parte de una corrupción que podría no terminar nunca en nuestro México lindo y querido.
Anoche esperaba por rumbos de la calle 14 y Serdán a mi hijo menor. Serían como las 8 de la noche. Nuestra principal avenida lucía en penumbras, consecuencia de que varios focos del alumbrado público están inservibles. Recordé las alabanzas que recibió el nuevo Director de Servicios Públicos al asumir su cargo, advirtiéndose una solución pronta al problema de iluminación en Guaymas. En David Delgado Leyva hay una evidente corrupción, debido a que está percibiendo un sueldo que no corresponde a los resultados que da como funcionario.
No hace mucho tiempo, un familiar muy cercano esperaba ser atendido por un vendedor ambulante en calle 18 y Serdán. Escuchó cuando de un vehículo le gritaba una persona para preguntarle si ya tenía el pendiente. El tipo estacionó más adelante el carro, y descendió otra persona, que fue la que se acercó al vendedor para pedirle 200 pesos. Él respondió que aún no había vendido lo suficiente, que lo esperaran para más tarde. Cuando el sujeto se fue, el pequeño comerciante comentó que son inspectores de la Dirección de Vendedores Ambulantes que acostumbran visitar a diario a la gente para “pedirles prestados” cien o doscientos pesos. Y eso es todos los días.
Desde el funcionario de primer nivel que se beneficia con dinero y propiedades, desde el diputado federal y/o local que gana exorbitantes cantidades por no hacer nada, desde los jefes policiacos involucrados con el crimen organizado, desde los policías aduanales que piden (exigen) “mochadas” a quienes cruzan las fronteras, desde los directores de dependencias que ignoran a la gente, desde el periodista que encubre delitos a cambio de dinero, desde el regidor que pide canonjías para apoyar una iniciativa y desde aquellos que aceptamos “dar una feria” para agilizar trámites o salir de una pequeña bronca, TODOS estamos coadyuvando a diario para que México sea uno de los países más corruptos del mundo.
Lamentable que en países como Estados Unidos se tenga a México en el peor de los conceptos. Pero, hay que reconocerlo, es un estigma que nos hemos ganado a pulso. En México, cualquier tipo de trámite, para lo que sea, se hace a cambio de billetes.
Y paradójicamente, es la corrupción el delito que, a diferencia de otros países, lejos de castigarse con dureza, hasta se premia con mejores cargos públicos.
Así vivimos.
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