Otto: a la mitad del camino…
Cuando el hoy alcalde Otto Guillermo Claussen Iberri iba tomando posesión como tal, en Septiembre de 2012, anoté por aquí que finalmente estaba alcanzando uno de los principales propósitos de su vida como político y como persona: ser presidente municipal al igual que su padre, el hoy extinto Enrique Claussen Bustillo, mandatario local en el período 1979-1982.
También consideré que una oportunidad como ésta no podría desaprovecharla. Varios intentos convertidos en tropiezos, relegaciones, desdenes y hasta desprecios, no podía desperdiciarlos en hacer un mal papel al frente de un Municipio cuya población es exigente en exceso con quienes llegan al gobierno municipal. La crítica del guaymense, regularmente, es considerada como una de las duras a nivel Sonora.
La lógica era en ese sentido. Finalmente se alcanzó el objetivo de ser alcalde, aún cuando las circunstancias presuntamente favorecían al entonces candidato panista Manuel Aguilar Juárez, quien contaba con todo el poder del Estado. Es decir, la tarea no fue fácil, de tal forma que había que aprovechar, quizá en circunstancias muy distintas a como se habría planeado por años, la extraordinaria oportunidad de ser alcalde de la ciudad donde nació, aún cuando su residencia oficial sea en Hermosillo.
En plena mitad de su trayectoria como Presidente Municipal, Claussen Bustillo no puede decir que todo ha sido “miel sobre hojuelas”. Se ha cumplido, sí, con una parte importante del proyecto para el municipio. Se pavimentan calles, se rehabilitan lentamente los focos del alumbrado público, mejora sustancialmente la recolección de basura. La seguridad aún no se garantiza del todo para el ciudadano, aunque se advierten intentos para conseguirlo. Pero falta algo muy importante: no ha podido mejorar su imagen ante la opinión pública... Y ya está a la mitad del camino.
Ni siquiera la designación de Gianco Rodrigo Urías Abundis como responsable de su imagen, para lo cual percibe un salario de casi 20 mil pesos mensuales, le ha sido útil para que la opinión pública cambie a un mejor concepto a su Presidente. Urías Abundis, como varios más, no conoce del todo el tipo de sociedad que es Guaymas, de tal forma que su trabajo, si es que lo está desarrollando, no está funcionando de la manera correcta. Lo que los guaymenses le pagamos a este muchacho no nos sirve para poder presumir que tenemos a un gran alcalde.
Otto incurrió en algo que, para la ciudadanía, se considera un delicado error: Ganó la alcaldía, y lejos de integrar a su equipo de trabajo con gente de Guaymas, importó a cerca de 20 amigos personales suyos para conformarlo. Todos ellos devengan un sueldo mensual de alrededor de 468 mil pesos. Lo peor es que no todos ellos han respondido eficientemente al compromiso de trabajar por el bienestar colectivo. Hay gente, como Gerardo Jesús Mass, que como Oficial Mayor, llega en ocasiones todo desaliñado y con evidencias de no haber descansado lo suficiente.
Estos que no son precisamente pequeños detalles, son los que han “servido” para contrarrestar todo el buen trabajo que como alcalde pueda estar desempeñando Claussen Iberri. Y lo peor de todo es que no parece darse cuenta de que, a partir de marzo, empieza la cuenta regresiva de su administración.
Precisamente, a la mitad del camino recorrido, es cuando se debe aprovechar para hacer un alto y reflexionar sobre lo bien o mal que se pudo haber hecho en esa primera parte, y ponerse a corregir los errores.
Otto todavía tiene tiempo de reivindicarse ante los guaymenses. Y en estos momentos lo tiene de sobra. Eliminar de su administración todo lo que le está costando muy caro y no le está sirviendo para nada, podría ser el primer gran recurso para empezar a recomponer las cosas. Congraciarse con un Municipio que hoy en día gobierna y que es el aportador número uno de votos para quienes buscan la diputación federal, debiera ser su propósito principal a partir de este momento.
En sus manos está ser aceptado de nuevo por la opinión pública en general.
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