En el PRI toman fuerza los
movimientos tendientes a seleccionar a su futuro candidato para la gubernatura
de Sonora. Son cinco o seis los personajes cuyos nombres se comentan en los
mentideros políticos como los prospectos para alcanzar la nominación. De todos
ellos, si es que se desecha ahora la figura del “tapado”, saldrá el que irá a
la difícil tarea de recuperar el poder político para el tricolor en Sonora.
Habría que analizar, sin embargo,
quienes son los que realmente están capacitados no solamente para intentar la
victoria en Julio de 2015, sino para enfrentar el duro reto de administrar los
recursos públicos de tal forma que se pueda recuperar todo lo que en estos
últimos cuatro años se ha perdido de manera lamentable. La crisis económica en
Sonora, según advierten especialistas, está en uno de sus peores momentos.
Los sonorenses están aburridos ya
de diferencias políticas. La llegada del PAN al Gobierno del Estado no vino a
aplacar los enconos que ya había en la entidad. Más bien la situación empeoró
visiblemente. Y como consecuencia de todo eso las condiciones sociales están
para preocuparse. Más problemas, más delincuencia. Más enfrentamientos entre la
clase política.
Algo más en lo que tendría que
mostrar capacidad el futuro aspirante a gobernar Sonora. Ningún caso tendría
que llegara alguien que sea excelente administrador pero incapaz de solucionar
todos los problemas sociales que vive a diario el sonorense. La inseguridad
reina en todos los rincones del territorio y el desempleo se multiplica de
manera impresionante, contrastando con las cifras oficiales.
Dos aspectos importantes en los
que un o una aspirante a gobernador tiene que reunir para poder sentirse con
derecho a intentar una postulación. Aquí no se trata simplemente de enriquecer
currículum ni mucho menos. Tampoco de ofrecer mejores perspectivas a los que
controlan el dinero y con ello el poder público, sino de dar garantías de
bienestar a la colectividad.
En lo personal, no comulgo con la
idea de que se quiera convencer a la gente de que Sonora ya necesita una
gobernadora, y no porque sea un misógino ni mucho menos. El spot que ya trae
acatarrados a los sonorenses de que ya nos llegó la hora, no define si se trata
de Claudia Pavlovich Arellano o Ana Gabriela Guevara, y en lo personal no creo
que ninguna de ellas dos pueda presumir en estos momentos de capacidad absoluta
para dirigir el destino de los que habitamos este estado.
Claudia ha sido diputada y
senadora, pero nunca ha tenido la oportunidad de manejar los recursos públicos,
y ese es uno de los factores primordiales para quien pretenda ser gobernador
sonorense. Ana Gabriela tiene una gran carrera deportiva, pero en política
literalmente está en pañales, luego de haber recibido una senaduría de
obsequio. No es entonces el momento preciso para pensar en una mujer. Al menos
no por ahora.
En el caso de Antonio Francisco
Astiazarán Gutiérrez y Ernesto Gándara Camou, ambos tienen más formación tanto
política como en el quehacer público, aunque le veo más habilidad política al
ex alcalde y ex diputado federal de origen guaymense. Además de que, como
habitante de este terruño, creo que favorecería mucho a nuestro Municipio que
un nacido en Guaymas llegara al gobierno sonorense.
Cuestión de enfoques, diría
alguien por ahí.
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