Lo único que consigue la
Universidad de Sonora con las huelgas de sus conflictivos y abusivos sindicatos
es un desprestigio tal que muchos futuros estudiantes de una carrera ya no la
ven como una buena alternativa para llegar a ser profesionistas.
Es una vergüenza que a pesar de
los años transcurridos, la máxima casa de estudios siga convertida en refugio
de delincuentes disfrazados de líderes, para quienes el proceso de educación de
un joven vale menos que un cacahuate. Para ellos primero están sus desmedidas
ambiciones y después el futuro de Sonora y del país.
Peor todavía que haya políticos
sinvergüenzas y corruptos, que permiten la permanencia de ese tipo de sujetos
sin moral, mientras que la zozobra, la desesperación y el desconsuelo hace
presa de millares de familias sonorenses que empiezan a ver lejana la
posibilidad de una pronta conclusión de los estudios de sus hijos.
Ya no es la Unison, ni por asomo,
una buena opción para estudiar. Si al estudiante se le ha tratado siempre con
la punta del pie, en la universidad sonorense son expertos en eso.
¡Qué lamentable!
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