martes, 1 de abril de 2014

¿Sicarios confundidos?

La forma en que ocurren los asesinatos cometidos aparentemente por el crimen organizado que ya se pasea tranquilamente por las calles de Guaymas, hacen pensar muchas cosas. Más todavía el ocurrido la madrugada de este lunes, en que a pesar de que los delincuentes hicieron centenares de disparos cruzando por transitadas calles y casi en las narices de personal de la Armada de México, finalmente lograron asesinar a una persona, aunque posteriormente hayan sido capturados.
Hay aspectos que llaman la atención. Uno de ellos es la libertad con que actúan los gatilleros ante la completa ausencia de patrullas de la Policía Preventiva en el amplio sector por donde se registró la balacera. Esta dejó en realidad un resultado barato, hablando fríamente, porque concluyó con el criminal propósito, abatir al tipo que perseguían. Pero el tipo de persecución pudo haber provocado la muerte de personas inocentes, puesto que se suscitó en un sector bastante poblado.
Y aunque uno no lo quiera, mueve a la maldita sospecha que aun cuando pasaron frente a una caseta de policía accionando sus armas, literalmente ningún agente policiaco se dio cuenta. Aunque para ser sincero, creo que realmente no quisieron darse cuenta. Las patrullas policiacas, según reportes, llegaron una hora después de ocurridos los hechos. Aparte, los supuestos representantes del Ministerio Público llegaron varias horas más tarde, ya cuando se habían bañado y desayunado tranquilamente en sus casas a pesar de la emergencia.
Leyendo la información difundida en torno a los hechos, creo que si los sicarios no se hubieran ofuscado al introducirse a la colonia Sahuaripa en su afán de escapar (aún cuando uno de ellos es de Guaymas), donde fueron atrapados por elementos de la misma Armada, fácilmente se hubieran escabullido. Hasta antes de meterse a ese sector tras cometida su fechoría, actuaron con toda la impunidad y libertad del mundo. Andaban “como Pedro por su casa”.
Hay dos cosas que pueden suponerse en medio de todo esto. Una de ellas, que la policía preventiva no intervino porque desde hace tiempo se comenta al interior de las corporaciones municipales que sus agentes prefieren “hacerse patos” en estos casos al hacer una simple comparación de sus pistolitas con el armamento que acostumbran los sicarios. Enfrentarse a ellos es ir a entregar literalmente sus vidas. Y muchos prefieren hacerse los indiferentes antes de ir a cumplir con un deber que lleva implícitos riesgos mortales.
La otra, y que mueve más a desconcierto: si entre los sicarios uno de ellos es originario de Guaymas, ¿cómo es que no advirtieron que meterse a la colonia Sahuaripa era prácticamente entregarse a los soldados? Se comenta que no hubo un solo disparo en la detención de los delincuentes, lo cual sorprende, puesto que venían de asesinar a una persona y se suponía que su propósito único era huir. ¿Qué fue realmente lo que pasó ahí?

En fin, son cosas que no salen a la luz pública, pero en medio de todo, una cosa sí es muy evidente: la seguridad en Sonora sigue en los suelos. 

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