martes, 13 de mayo de 2014

Inseguridad total

Creo que nunca como hoy estuvo tan descuidado el aspecto de la seguridad en Guaymas. Literalmente, en materia de seguridad pública estamos en la calle. A diferencia de quienes pretenden “ocultar el sol con un dedo” asegurando que la policía municipal está cumpliendo con su compromiso de prevención, la opinión pública está convencida de que hoy en día existe una incertidumbre total.
No solamente estamos hablando de la ausencia de prevención en los delitos. Lo peor es que existen hechos delictivos en los que con inusitada frecuencia se está involucrando a agentes de la policía municipal, como el reciente asalto a una agencia cervecera, en el que un miembro de los grupos de élite de la corporación está presuntamente inmiscuido. Y ante ello, el comandante de la corporación, Francisco Javier Vidaurrázaga Soto, prefiere guardar silencio.
El trabajo de la policía que debiera estar para proteger los intereses de los guaymenses (por lo cual cada uno de ellos percibe un sueldo), ha resultado todo lo contrario. Mientras las delincuencia se pasea campante por las calles, los miembros de la corporación parecieran tener instrucciones precisas de arremeter en contra
Fco. Vidaurrázaga.
de ciudadanos en ocasiones hasta pacíficos, a quienes por cualquier tontería se les da un trato a nivel de criminales, mientras que a los auténticos infractores de la ley se les da la libertad absoluta para que hagan lo que mejor les venga en gana con una desfachatez inconcebible.
No vayamos tan lejos. Mientras se advierte la presencia de individuos de evidente peligro, que incluso no se esconden para portar armas blancas y hasta de fuego, la corporación ha emprendido desde hace meses una persecución perruna en contra de personas que, si bien incurren en la falta de conducir un auto bajo estado ebrio, al menos tienen la justificación de buscar sólo algo de diversión, lo cual no los ubica en el nivel de quienes están reñidos con la ley. Y es sin embargo a quienes se les da un trato peor al que se le daría al más peligroso sicario.
Mientras los ciudadanos estamos expuestos a sufrir el robo de nuestras pertenencias ante la cada vez más desbocada delincuencia, la policía parece estar más empeñada en dos aspectos: en atascar de dinero las arcas del Municipio con costosas multas a quienes incurren en la conducción punible, y en satisfacer todas las necesidades de agentes que exigen en dádiva obligada hasta dos mil pesos a quienes son detenidos como condición para dejarlos ir.

Los guaymenses no merecen ese trato. El abuso se ha convertido en la constante en la actual administración por parte de la corporación policiaca, y esto lógicamente está “llenando el hígado de piedritas” a una comunidad que, harta ya de semejantes agresiones, está en espera de que se le dé una nueva oportunidad de elegir gobernantes para empezar a cobrar facturas. Los guaymenses ya han demostrado en anteriores ocasiones que tienen memoria, y han dado al traste con las perversas intenciones de sujetos que, tras haber realizado un trabajo denigrante como alcaldes, pretendieron llegar a otros cargos de elección popular. 

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