Cada vez que ocurre una tragedia derivada de la ingesta de bebidas alcohólicas, se retoma la polémica acerca de la instalación de filtros de revisión por parte de las autoridades para detectar conductores punibles o bien otro tipo de delincuentes.
Pero cada vez que ocurre otro hecho tan lamentable como el del sábado por la noche en la carretera Guaymas-Empalme, nos volvemos a acordar que el alcohol y el volante es una de las más terribles combinaciones que utiliza el ser humano, porque --comprobado está de nuevo-- lo convierte en un criminal en potencia.
Como muchos otros temas, la prevención de la conducción punible puede ser si todos actuáramos con honestidad. Es decir, los encargados de detectarla y sancionarla, y quienes la practican y alientan la corrupción de los cuerpos policiacos. A simple viste, en los dos casos se ve bastante difícil.
Pongámoslo en bandeja abierta: La instalación de filtros NO es un mal necesario: ¡es una necesidad! Es la única forma de ubicar a una persona que conduzca en estado de ebriedad un vehículo y proceder a lo que marca la ley. Demostrado está --otra trágica vez-- que sí se necesitan.
¿Cómo deben ser las cosas? Caray, tan sencillo que está.
Cuando en un filtro sea ubicada una persona ebria manejando un auto, debe ser OBLIGACIÓN de los agentes policiacos quitarle las llaves de la unidad y llevársela al corralón. La detención del infractor no es necesaria a menos que se ponga en rebeldía.
Ahora bien, si el agente recurre al intento del cohecho y el chofer borracho acepta, tanto uno como el otro está incurriendo en delito. Una complicidad delictiva imprevista si se quiere, pero en estos casos NADIE tiene derecho a quejarse de lo que pasó. Los dos son delincuentes.
Hay quienes se quejan de que el agente trata de extorsionar incluso al conductor designado estando sobrio, cuando va acompañado de borrachos. Eso ocurre sólo si el conductor lo permite. Si el agente amenaza con "encontrar" algo dentro del carro, el afectado igual puede amenazar con enderezar una querella en su contra y exigir que se le presente ante el juez calificador. No es tan difícil evitar el intento corrupto del policía.
Finalmente, a lo que queremos llegar es a que, si se busca la forma, la conducción punible y la corrupción de los policías no es tan difícil evitarlas. E igual se evitarían tragedias tan espantosas como la del sábado anterior.
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