sábado, 10 de agosto de 2019

Víctima denunciada


Lo que me platicaron ayer forma parte de la realidad actual. De una realidad que no hace muchos años hubiera sido inconcebible, pero que a la que hoy debemos acostumbrarnos. Un méndigo rata fue sorprendido robando dentro de una casa, un chamaco residente de la misma le dio una soberbia y merecida paliza, y ahora ha sido demandado por la madre del repugnante delincuente.
Dice el relato del muchacho que estaba dormido, y a eso de las tres de la mañana escuchó un ruido parecido a los truenos de lluvia, por lo que se levantó con el ánimo de ver la precipitación pluvial. Menuda sorpresa se llevó cuando abrió la puerta de su casa y se percató que un sujeto había sustraído ilegalmente varias cosas y las estaba aventando hacia la banqueta para después llevárselas.
El ratón malacara mostró entonces un pavoroso cuchillo con el que amenazó al joven, sólo que este, ya recuperado de la sorpresa y lejos de amilanarse, le sorrajó un mandarriazo en pleno rostro, logrando arrebatarle la espeluznante arma para enseguida darle una soba puñetera (o sea, una golpiza a puñetazos) hasta dejarlo maltrecho y deslomado.
Total, llegó la policía a convocatoria de los afectados y se llevaron al aporreado raterillo, quien en su descargo trató de convencer a las autoridades de que andaba muy “pasado” y que no recuerda exactamente qué fue lo que hizo y lo que le pasó. Incluso creía que había sido arrollado por una aplanadora.
Pero… siempre hay un pero. Enterada la “sufrida” progenitora de la garrotiza manual que recibió su bellaco vástago, arrancó furiosa hasta las oficinas de la Agencia del Ministerio Público para presentar una DEMANDA por las lesiones “sufridas”, exigiendo la reparación del daño provocado a su diabólico angelito.
Así las cosas con las madres SOBRE protectoras de sus hijos, esas mismas que mientras andan cometiendo sus fechorías no aparecen por ningún lado, pero arremeten cual leonas recién paridas cuando alguien se los toca.
Por sí o por no, más le vale al joven “agresor” gestionar un amparo, por aquello de que se le dé curso a la disparatada e incoherente denuncia.

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