lunes, 16 de septiembre de 2019

A manera de comentario...

A mi amiga Sara:
Quizá sea el momento menos oportuno para reiterarte mi amistad y la gran admiración que te tengo por ser una mujer tan valiente y decidida como tú. Pero quiero hacerlo de nuevo.
Como me decía un viejo amigo, me siento orgulloso de decir que soy tu amigo.
Y son los verdaderos amigos los que están siempre en las buenas y en las malas. Y esta noche, me solidarizo contigo ante la irreparable pérdida de tu señor padre, el maestro Reynaldo Valle Pedroza. Ya pasé por estos momentos, por eso sé lo innecesarias que son, en ocasiones, las palabras. Descanse en paz.
Lo de esta noche no tiene absolutamente nada que ver con que hoy seas la presidenta de Guaymas ni que yo sea un comunicador. Lo de hoy es un tema estrictamente de amistad. Y quien no quiera entenderlo así, con profundo respeto le pido que no incurra en una infamia opinando sandeces.
No faltará quien diga que si para qué entonces lo hago público. Es sencillo. Porque para mí, presumir a mis amigos no es un asunto de vergüenza. Me siento orgulloso del selectísimo grupo de amigos que tengo. Y Sara es una de ellos. Ocultarlo sería torpe.
Sé que pasas en estos momentos por un golpe similar al que la vida te dio al llevarse primero a tu señora madre. Pero así como lo soportaste con estoicismo y un gran valor, también superarás esta nueva prueba que Nuestro Señor te pone. Suena fácil decirlo. Ya sé lo difícil que es intentarlo. Pero hasta para eso Dios nos da fuerza.
Conozco perfectamente tu forma de pensar, y estoy convencido de que lo que hay haces por Guaymas no tiene nada que ver con malas intenciones. Eso siempre lo defendió apasionadamente tu padre. Me queda muy claro que así como entraste de nuevo a tu nuevo compromiso, volverás a salir igual que aquel inolvidable abril del 99: con las manos limpias.
Hemos discrepado en opiniones, porque cada quien piensa y reacciona de acuerdo a sus ideales, y puedo estar en desacuerdo contigo en decisiones que tomes, pero ante todo eres mi amiga, y sabedor de la honestidad que existe en tu razón, no solamente la respeto, sino además la defenderé siempre.
Te mando un fuerte y solidario abrazo y mis mejores deseos de que la recuperación, el ánimo y la resignación lleguen pronto. Será difícil, porque sé cuánto amas a tu padre. Pero también sé que puedes. ¡Siempre puedes!

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