miércoles, 9 de octubre de 2019

A manera de....

Esta mañana veía y escuchaba en un FB en vivo, el relato de otra agresión armada en el convulsivo Empalme, donde los asesinatos --como en Guaymas-- ya son literalmente parte cotidiana entre la sociedad, y debo confesar que me conmovió profundamente ver un cuadro cargado de dolor y tristeza.
Una mujer lloraba a gritos la muerte seguramente de un familiar y las graves lesiones de otro, mientras otra más intentaba levantarla del piso. Los hechos ocurrían al exterior de las instalaciones de la Cruz Roja Empalme, donde habían sido llevados los lesionados por un grupo de criminales desconocidos.
Lo cruel de la escena era la presencia de una pequeñita que, aferrada a la ropa de la mujer que intentaba ayudar a la otra, sufría un aterrador desconcierto, sin saber realmente la magnitud de la tragedia que acababa de ocurrir pero sí sufriendo una experiencia pavorosa y enloquecedora.
Debo suponer que un hecho de semejante naturaleza, donde hay balas, sangre y muerte, debe causar un daño quizá irreparable en un niño, de ahí que no solamente los fallecidos son víctimas. La atroz brutalidad con que se cometen hoy en día este tipo de atentados, está destrozando la inocencia infantil. Las nuevas generaciones están creciendo en un ambiente enrarecido por el salvajismo, por el inhumano sadismo.
Alguien dijo por ahí… “con los niños no.” Y sí… tuvo razón. El problema es que a los niños los involucran quienes, faltos de voluntad y razonamiento, se mezclan en asuntos delictivos.
Si no quieres sufrir una experiencia así, hay que hacer algo muy sencillo… trata de vivir en sana paz.
Con tus hijos… ¡no!

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