Animado por dos de mis más
cercanos amigos, empecé a escribir lo que pretende ser un par de libros. Más
que buscar un foro distinto para tratar de seguir en mi intento de un día
aprender a escribir, me motiva más la idea de plantear, en esos simples
mamotretos, mi perspectiva propia sobre dos temas que en lo personal me
preocupan bastante, ya sea como ciudadano, como padre de familia, como
comunicador, etc.
Quizá cuando aparezcan los dos
libracos no le interesen ni siquiera a mi amada Gaby, mi fiel y adorable apoyo
de todas mis ocurrencias y puntadas, algunas demasiado absurdas. Pero creo que
me está pasando lo mismo que a muchos, que sí son escritores de a de veras: trataré
de escribir para mi mismo. Si semejante cosa le llama la atención a una sola
persona, pues entonces ya será un añadido que muchísimo habría que agradecer. No
hablemos de triunfo.
¿En cuánto tiempo los voy a
terminar? Pues mire, la verdad es que no sé ni cómo fregados los estoy
empezando. Así es que no puedo ni siquiera vaticinarlo. Eso sí, voy a tratar de
hacerlo lo más pronto posible, porque no me gustaría que a medio camino un
montón de huesos llegara con su guadaña a mocharme la cabeza.
Son dos temas que tienen que
ver con mi querido Guaymas. Seré muy específico en eso. Uno de ellos tiene que
ver con la idiosincrasia tan sui géneris del guaymense común en relación a la “rumorología”.
Hasta nombre le puse ya. Pero se lo diré cuando vaya a medio camino. Y el otro,
sobre una perspectiva personal, en lo que debe ser el replanteamiento de
nuestra sociedad. Luego le explico.
Por lo pronto, mucho le
agradezco siga leyendo --aunque sea por encimita-- todas las galimatías que
intento redactar --ya casi casi por inercia-- en mi incesante intento
periodístico-editorial.
Le deseo un extraordinario
fin.
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