Vamos tratando de platicar un
ratito. Sin pleitos ni discusiones, sino intentando --si es que se puede--
alcanzar un punto de común acuerdo. Esto del Covid-19, un virus que está
haciendo presencia y matando gente en todo el mundo, tiene más versiones que la
canción “Yesterday” de Paul McCartney, que a la fecha lleva siete millones de
interpretaciones, esto desde 1967.
Bien. Vamos a suponer que en
estos momentos no estamos pasando por esta crisis. Es decir, no hay virus, no
hay enfermedad ni riesgos latentes. Vivimos en el Jardín del Edén y todo es
vida y dulzura. Obvio, la Naturaleza pone su parte y pululan bacterias y
gérmenes como toda la vida. Hay gripa, influenza, Sida y todo lo que usted
guste y mande. Es decir, estamos viviendo en la normalidad anterior, no la que
viene, a la que nos vamos a tener que acostumbrar para finalmente quedar en lo
mismo.
De repente, los gobiernos del
mundo deciden emprender un complejo proyecto a través del cual se busca
proteger la salud de la humanidad. Piden reglamentar medidas tendientes a que
cada ser humano pueda sentirse bien amparado, con menos riesgos de sufrir una
enfermedad contagiosa, etc., etc. y… bueno… otro etc. de una vez.
La convocatoria llega a
México, y aquí el Gobierno de la República, el de sus respectivos Estados y
Municipios la atienden, y lanzan la exhortación a todos los mexicanos habidos y
por haber. En el resto de los cinco continentes, la gente se apresta a asumir
cada una de las medidas sugeridas para vivir con una mejor y más saludable
calidad de vida. Saben que la propuesta es por bien de todos.
¿Cuál sería en este caso la
razón para negarse a colaborar en una jornada mundial por la salud? ¿Cuál sería
el pretexto para decirle al resto de los seres humanos la decisión de no participar?
Y todavía más: ¿cuál sería el propósito de difundir toda noticia falsa posible
para desvirtuar un proyecto que NO es de México sino de todo el mundo?
Ok. Se sobrentiende que muchos
no crean en la intención de hacer un bien común. Que lo rechacen incluso, pero
¿por qué negarse a participar? ¿Por qué tener esa animadversión hacia todo lo
que provenga del sector oficial e incluso acusar deliberadamente sólo para
inhibir el propósito? ¿Por qué culpar al gobierno local de algo que involucra a
todo el planeta?
Soy de los que critican malas
acciones de gobierno y que repudian a los corruptos que roban descaradamente
del dinero público. Pero también trato de atender acciones y proyectos que me
sirvan como ciudadano.
Creer o no creer es opcional.
Cuidarnos y cuidar a los
nuestros… al menos yo, lo asumo como obligación conmigo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario