jueves, 7 de mayo de 2020

Cuando un amigo se va...

Sentados a la mesa del barecito de un hotel de Chihuahua capital, Ricardo González Palacios y los hermanos Alejandro y Alán Peraza Liera, aprovechábamos la “hora feliz”, en la que por cada “trago” te daban otros dos. Habíamos viajado a hacer el examen para recibir la licencia como locutores, y como sería hasta el día siguiente, decidimos convivir un rato.
De repente se acercó un tipo alto, moreno, cejudo, de sonrisa dientona, y me pregunto: “¿Víctor Fonseca?” Me quedé sorprendido. ¿Cómo podía conocerme alguien en un lugar tan lejano de mi Guaymas? Y antes de que le respondiera, me dijo “Soy Moisés Márquez Villegas”, y me dio un apretón de manos.
Me dijo que era de Empalme, y que se había enterado de que un grupo de aspirantes a locutores habíamos viajado a Chihuahua para hacer el examen de regularización a centenares de gente de radio y televisión que, sin tener el permiso de la SEP, estábamos ya ocupando espacios noticiosos y de entretenimiento. Había gente de toda la República. Nosotros cinco éramos los únicos sonorenses. No sé cómo le hizo, pero dio con nosotros en el primer hotel donde nos buscó.
Moisés Márquez QEPD.
Desde ese momento, en medio de una excelente química, nos hicimos amigos. Nos tocó estar uno al lado del otro durante el encuentro con los sinodales en un enorme salón de la Universidad Autónoma de Chihuahua, y ya de regreso, veníamos conversando entusiasmados los cinco sobre las posibilidades de obtener la autorización oficial. Los certificados nos llegaron creo que dos meses después. El mío es el 11538. Todos lo pasamos.
Los hermanos Peraza Liera decidieron no seguir en la locución, a diferencia de su hermana Xóchitl, destacada mujer del micrófono y de enorme prestigio en Guaymas, pero Ricardo, Moisés y yo sí nos fuimos de lleno a trabajar en la radio, en ese tiempo --1991-- en XEBQ Estelar 12-40, hoy la FM 105. Ricardo se fue a la música. Moisés y yo nos metimos de lleno a las noticias. Trabajamos juntos en el noticiero de las siete de la tarde. Yo estaba en las mañanas en Despertar Informativo, programa que conduje durante 15 o 16 años. Una vez “nos pegamos un tiro”, como dijo él, con Porfirio Muñoz Ledo, que andaba de gira en Sonora. Ahí en cabina, el ya desde entonces viejo lobo político, nos pegó una “zurra” a los dos, que apenas nos íbamos acomodando como locutores. Y no es justificación, conste.
Precisamente a ambos nos tocó ser de los primeros en los medios que usamos celulares en Guaymas y Empalme. Alejandro Alberto Padilla Ruiz nos compró uno a cada uno. Eran una especie de “ladrillos” blancos tan pesados como tales. Anecdotiza José Luis Bórquez Rivas que Moisés le dijo que venía en el camión de Empalme a Guaymas cuando le sonó la gigantesca caja. “Me dio vergüenza que sonara en medio de toda la gente”, dijo Moisés.
Nos separamos laboralmente cuando decidió irse a La Voz del Puerto, con José Luis, mientras yo presentaba mi proyecto de Periódico El Vigía a Alejandro Padilla. Y cuando decidió irse a radicar a Tijuana, ocasionalmente llegamos a cruzar un buen saludo, siempre afable, siempre con su sonrisa dientona, como le decía yo.
Hace unos días le mandé un mensaje. Alguien me dijo que había sido impregnado por el Covid-19. Le dije que se reportara lo más pronto posible para saber de su estado de salud. Ya no leyó mi mensaje. Esta mañana, Kuky Barrera me confirmó la fatal noticia que leí en un comentario publicado en la redes por Ariel GasparMoisés Márquez Villegas, mi gran amigo en mis inicios en la radio y por siempre, murió a consecuencia del contagio. Me pesa profundamente.
Hizo lo que quiso como comunicador. Se desenvolvió y desarrolló mucho en aquella frontera. Llegó a ser reconocido entre los mejores.
Hoy mi querido Moisés… descansa en paz.

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