Sentados a la mesa del
barecito de un hotel de Chihuahua capital, Ricardo González Palacios y los
hermanos Alejandro y Alán Peraza Liera, aprovechábamos la “hora feliz”, en la
que por cada “trago” te daban otros dos. Habíamos viajado a hacer el examen para
recibir la licencia como locutores, y como sería hasta el día siguiente,
decidimos convivir un rato.
De repente se acercó un tipo
alto, moreno, cejudo, de sonrisa dientona, y me pregunto: “¿Víctor Fonseca?” Me
quedé sorprendido. ¿Cómo podía conocerme alguien en un lugar tan lejano de mi
Guaymas? Y antes de que le respondiera, me dijo “Soy Moisés Márquez Villegas”,
y me dio un apretón de manos.
Me dijo que era de Empalme, y
que se había enterado de que un grupo de aspirantes a locutores habíamos
viajado a Chihuahua para hacer el examen de regularización a centenares de
gente de radio y televisión que, sin tener el permiso de la SEP, estábamos ya
ocupando espacios noticiosos y de entretenimiento. Había gente de toda la
República. Nosotros cinco éramos los únicos sonorenses. No sé cómo le hizo,
pero dio con nosotros en el primer hotel donde nos buscó.
Moisés Márquez QEPD. |
Desde ese momento, en medio de
una excelente química, nos hicimos amigos. Nos tocó estar uno al lado del otro
durante el encuentro con los sinodales en un enorme salón de la Universidad
Autónoma de Chihuahua, y ya de regreso, veníamos conversando entusiasmados los
cinco sobre las posibilidades de obtener la autorización oficial. Los
certificados nos llegaron creo que dos meses después. El mío es el 11538. Todos
lo pasamos.
Los hermanos Peraza Liera
decidieron no seguir en la locución, a diferencia de su hermana Xóchitl,
destacada mujer del micrófono y de enorme prestigio en Guaymas, pero Ricardo,
Moisés y yo sí nos fuimos de lleno a trabajar en la radio, en ese tiempo --1991--
en XEBQ Estelar 12-40, hoy la FM 105. Ricardo se fue a la música. Moisés y yo
nos metimos de lleno a las noticias. Trabajamos juntos en el noticiero de las
siete de la tarde. Yo estaba en las mañanas en Despertar Informativo, programa
que conduje durante 15 o 16 años. Una vez “nos pegamos un tiro”, como dijo él,
con Porfirio Muñoz Ledo, que andaba de gira en Sonora. Ahí en cabina, el ya
desde entonces viejo lobo político, nos pegó una “zurra” a los dos, que apenas
nos íbamos acomodando como locutores. Y no es justificación, conste.
Precisamente a ambos nos tocó
ser de los primeros en los medios que usamos celulares en Guaymas y Empalme.
Alejandro Alberto Padilla Ruiz nos compró uno a cada uno. Eran una especie de “ladrillos”
blancos tan pesados como tales. Anecdotiza José Luis Bórquez Rivas que Moisés
le dijo que venía en el camión de Empalme a Guaymas cuando le sonó la
gigantesca caja. “Me dio vergüenza que sonara en medio de toda la gente”, dijo
Moisés.
Nos separamos laboralmente
cuando decidió irse a La Voz del Puerto, con José Luis, mientras yo presentaba
mi proyecto de Periódico El Vigía a Alejandro Padilla. Y cuando decidió irse a
radicar a Tijuana, ocasionalmente llegamos a cruzar un buen saludo, siempre
afable, siempre con su sonrisa dientona, como le decía yo.
Hace unos días le mandé un
mensaje. Alguien me dijo que había sido impregnado por el Covid-19. Le dije que
se reportara lo más pronto posible para saber de su estado de salud. Ya no leyó
mi mensaje. Esta mañana, Kuky Barrera me confirmó la fatal noticia que leí en
un comentario publicado en la redes por Ariel Gaspar… Moisés Márquez Villegas,
mi gran amigo en mis inicios en la radio y por siempre, murió a consecuencia
del contagio. Me pesa profundamente.
Hizo lo que quiso como
comunicador. Se desenvolvió y desarrolló mucho en aquella frontera. Llegó a ser
reconocido entre los mejores.
Hoy mi querido Moisés…
descansa en paz.
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