sábado, 2 de mayo de 2020

Delincuencia desatada

Hay algo que no está funcionando nada bien en materia de seguridad para guaymenses y empalmenses. A pesar de que estamos “atascados” de elementos del ejército, de la marina, de federales, estatales y municipales, la delincuencia “les está dando de comer en la mano” a todas las corporaciones juntas.
Y diga usted si no: en un día en que por las calles circulaban decenas de patrullas de todos colores y un helicóptero sobrevolaba la ciudad, un grupo de delincuentes tuvieron el osado atrevimiento de asaltar a mano armada un camión distribuidor de una empresa refresquera, literalmente en las narices de todos los elementos --superiormente armados-- habidos y por haber.
Los clásicos “levantones”, incluso de un ex jefe policiaco, y las ejecuciones --también de policías-- se están dando como si fuera tianguis. La delincuencia “trabaja” con una impunidad absoluta, al grado de que hasta en el mismo corazón de la ciudad, a plena luz del día y ante decenas de aterrados testigos, hacen vomitar balas de sus armas para seguir segando vidas como si fuera un juego.
El famoso “código rojo”, que hasta ahorita nadie sabe para qué malditos sirve, se activa con la misma frecuencia con que los delincuentes se desaparecen como si fueran fantasmas. Si bien se reconoce que se logró la captura de algunos de ellos en condiciones que se antojan más circunstanciales que otra cosa, lo cierto es que la inmensa mayoría de los hampones se les escabullen fácilmente a las docenas de policías que circulan por todos lados y “nunca ven nada”.
Lo dicho: desde que Alfonso Durazo Montaño ofreció “blindar” a esta región, las cosas se pusieron mucho peor. La muerte aparece en cada esquina de ambas ciudades y mientras las policías de los dos municipios ven jeroglíficos en sus programas de prevención, las demás corporaciones evidencian un período vacacional vergonzoso. No representan un gramo de confianza para el ciudadano preocupado por la ola de violencia que nos acongoja.
Si bien es cierto el ciudadano ajeno a cuestiones delictivas puede sentirse seguro en cuanto a no ser atacado por manos criminales, el otro tema que frustra es el de la multiplicación de robos en casas habitación, comercios y de vehículos, algo que se convirtió ya en un jueguito simple para los delincuentes de ese “ramo”. Roban por todas partes con la confianza absoluta de que no les va a pasar ¡nada!
Pandemia e inseguridad mantienen a los habitantes de la región en constante insomnio, preocupación y sobresalto. Esto no puede ni debe seguir así.
Las autoridades nos están debiendo… y la deuda está creciendo.

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