Muy pocas veces me había tocado ver tantísimo relajo previo a un proceso electoral. Hoy, como nunca, la intención de buscar una candidatura para alcanzar un cargo público se ha convertido en una ambición desmedida por colocarse en un puesto desde el que se puede percibir un ingreso mensual en medio de una perspectiva comodina y sin vergüenza.
Es un descomunal “choteo” el
tema de las candidaturas. La supuesta apertura para que al interior de los
partidos se registren quienes tengan pretensiones políticas, es por hoy una “puerta
libre” para que cada quien se acomode de la mejor forma en “lo que caiga”. Como
si se trataran de agencias de empleos, vaya.
Trato de explicarme mejor:
registrarse en un partido para ser considerado a la hora de las candidaturas,
permite entrar a las negociaciones para el reparto del pastel público. Es
decir, quizá no puedas acceder a una candidatura, porque “las bases se
encapricharon” y el nominado será don fulanito, regularmente, el que tiene más
dinerito o conviene más a los que buscan candidaturas “más arriba”.
Pero… no te preocupes. Hay
planillas que no se han llenado, y ahí te podemos colocar como aspirante a
regidor, y “tómala, cachetón”. Si el “candidato de las multitudes” resulta
ganador, “mapachería” de por medio o como sea, en un abrir y cerrar de ojos ya
apareces en la nómina quincenal pública durante tres años. ¡Tan sencillo como
quitarle un pelo a un gato!
Esto lógicamente permite
muchísimas leperadas. Algunas de ellas: que alguien que trabajaba en el
Gobierno del Estado se le acaba la chamba y pues… a corretear algo donde caiga.
Aunque se simule que se “ama tanto a la ciudad de origen” que está dispuesto a “sacrificarse”
tres años al servicio de la comunidad. De antemano saben que a alcalde o
diputado no llegarían. Pero qué tal a regidorcillo?
Que a un diputado o a un
director de dependencia se le termine el período, y para no quedarse “a patear
el bote”, pues a acomodarse donde sea. De perdida en un puestecillo de tercera,
al fin que el sueldo es seguro por tres años más. Ya después se verá “para
dónde brinca la liebre”.
Por eso es tanto registro ya
sin control. Pero para ser sinceros, dígame usted: ¿cuántos de esos que andan
alborotados por estar en la lisa electoral pueden garantizar un trabajo honesto
desde un cargo público?
Ya dejen de ver el erario como
un botín para satisfacer sus ansias febriles de cobrar sin trabajar. Ténganse
un poco de respeto y de paso respeten a la comunidad que lo único que quiere es
ver que el manejo de los recursos públicos se haga de manera correcta y
decente.
¡No la chiflen que es cantada!
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