sábado, 5 de junio de 2021

¿A poco hay cerebros secos?

Y a como se van esfumando las horas para llegar al momento en que se abran las casillas electorales, arrecian los ataques bestiales, inyectados de odio acendrado y despreciable intención de cambiar la mentalidad de quienes, a estas alturas, ya debiéramos tener definido a favor de quién vamos a depositar nuestro voto.

No entiendo yo a quienes discuten --y hasta ofenden-- con quienes no piensan igual que ellos. Pareciera que en la intención de cambiarles su opinión les va la vida misma. Arremeten con necedad majadera y hasta agresiva, al grado de romper no solamente relaciones amistosas, sino de paso contaminar a la propia familia en sus disparatadas y obstinadas pretensiones.

Está tan obsesivamente enferma la sociedad actual, que cualquiera que percibe una ideología distinta a la suya reacciona como picado por una víbora, le llama “pendejo” al que apoya a un candidato opuesto y recurre a su criterio parcial e impositivo tratando de cambiarle la opinión, pisoteando el derecho ajeno a la expresión.

Y si no lo consigue, viene la reacción brutal de la agresión verbal --y física de ser posible--, mientras los empleados de los respectivos candidatos los azuzan para “sacarle raja” al asunto. El respeto es una palabra que no entra en este contexto. En estos tiempos, nadie permite que el otro tenga su apreciación personal de las cosas.

Amigo lector, yo también trataré entonces de imponerme. Aquí mismo le voy a decir, de una vez por todas, por quien y quienes debe votar. Lo analicé profundamente y me di cuenta de que ahí está la mejor opción para tener un gobierno como yo lo visualizo. Y me importa un cacahuate que alguien no esté de acuerdo conmigo. Es más… lo ignoro por completo.

Usted debe votar por el que le dé su rechingada gana. No entiendo por qué usted tiene que estar dudando en estos momentos por lo que dijeron de aquel, de aquella y de aquellos, cuando usted ya tenía su opinión propia.

¿A usted la convenció aquel candidato o candidata cuando lo escuchó hablar y lo sintió sincero(a)? ¿Y qué está dudando en estos momentos sobre si darle o no su apoyo? ¿Qué no entiende que son la porquería de campañas políticas las que están causando esa indecisión en usted, y le están quitando su derecho a pensar por sí mismo o misma?

Vaya y vote por esa persona y mande a “molestar a su progenitora” a quien quiera convencerlo de lo contario. El único que tiene derecho a pensar por usted y a cambiar de decisión, es usted mismo. No venda su cerebro tan barato, caray.

Y aquellos que andan viendo la posibilidad de recibir una miseria económica por ir a votar --o no votar--, por favor, en medio de su atroz torpeza y miserable y raquítica ambición, dense cuenta de que se van a quedar igual de jodidos cuando se les acabe la limosna recibida, mientras que aquellos que les pagaron por el apoyo, podrían llegar a donde su ambiciosa y desmedida codicia los lleva.

Me resisto a creer que haya “orgullosos” mexicanos que tengan el cerebro seco y que atiendan a quienes les ofrecen unos míseros pesos que sólo sirven para matar el hambre cuatro o cinco días. Porque en mi pensamiento personal --aunque algunos me mienten la madre por pensar distinto-- quien se deja convencer por políticos corruptísimos, sean del partido y/o color que sean, no deja de ser un miserable y soberbio zonzo.

Hay un montón de candidatos, amigo lector, como para centrarnos en dos o tres. Abra su abanico de opciones y véalos a todos. Entre todos ellos están los mejores hombres y mujeres para los futuros gobiernos. Y vote por el que –insisto-- le de su rechingada nada.

¡Piense, por favor!

 

PD.- Y si lo van a compartir, no frieguen… por lo menos déjenle mi apellido, no?

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