Y a como se van esfumando las horas para llegar al momento en que se abran las casillas electorales, arrecian los ataques bestiales, inyectados de odio acendrado y despreciable intención de cambiar la mentalidad de quienes, a estas alturas, ya debiéramos tener definido a favor de quién vamos a depositar nuestro voto.
No entiendo yo a quienes
discuten --y hasta ofenden-- con quienes no piensan igual que ellos. Pareciera
que en la intención de cambiarles su opinión les va la vida misma. Arremeten
con necedad majadera y hasta agresiva, al grado de romper no solamente
relaciones amistosas, sino de paso contaminar a la propia familia en sus
disparatadas y obstinadas pretensiones.
Está tan obsesivamente enferma
la sociedad actual, que cualquiera que percibe una ideología distinta a la suya
reacciona como picado por una víbora, le llama “pendejo” al que apoya a un
candidato opuesto y recurre a su criterio parcial e impositivo tratando de
cambiarle la opinión, pisoteando el derecho ajeno a la expresión.
Y si no lo consigue, viene la
reacción brutal de la agresión verbal --y física de ser posible--, mientras los
empleados de los respectivos candidatos los azuzan para “sacarle raja” al
asunto. El respeto es una palabra que no entra en este contexto. En estos
tiempos, nadie permite que el otro tenga su apreciación personal de las cosas.
Amigo lector, yo también
trataré entonces de imponerme. Aquí mismo le voy a decir, de una vez por todas,
por quien y quienes debe votar. Lo analicé profundamente y me di cuenta de que
ahí está la mejor opción para tener un gobierno como yo lo visualizo. Y me
importa un cacahuate que alguien no esté de acuerdo conmigo. Es más… lo ignoro
por completo.
Usted debe votar por el que le
dé su rechingada gana. No entiendo por qué usted tiene que estar dudando en
estos momentos por lo que dijeron de aquel, de aquella y de aquellos, cuando
usted ya tenía su opinión propia.
¿A usted la convenció aquel
candidato o candidata cuando lo escuchó hablar y lo sintió sincero(a)? ¿Y qué
está dudando en estos momentos sobre si darle o no su apoyo? ¿Qué no entiende
que son la porquería de campañas políticas las que están causando esa
indecisión en usted, y le están quitando su derecho a pensar por sí mismo o
misma?
Vaya y vote por esa persona y
mande a “molestar a su progenitora” a quien quiera convencerlo de lo contario.
El único que tiene derecho a pensar por usted y a cambiar de decisión, es usted
mismo. No venda su cerebro tan barato, caray.
Y aquellos que andan viendo la
posibilidad de recibir una miseria económica por ir a votar --o no votar--, por
favor, en medio de su atroz torpeza y miserable y raquítica ambición, dense
cuenta de que se van a quedar igual de jodidos cuando se les acabe la limosna
recibida, mientras que aquellos que les pagaron por el apoyo, podrían llegar a
donde su ambiciosa y desmedida codicia los lleva.
Me resisto a creer que haya “orgullosos”
mexicanos que tengan el cerebro seco y que atiendan a quienes les ofrecen unos
míseros pesos que sólo sirven para matar el hambre cuatro o cinco días. Porque
en mi pensamiento personal --aunque algunos me mienten la madre por pensar
distinto-- quien se deja convencer por políticos corruptísimos, sean del
partido y/o color que sean, no deja de ser un miserable y soberbio zonzo.
Hay un montón de candidatos,
amigo lector, como para centrarnos en dos o tres. Abra su abanico de opciones y
véalos a todos. Entre todos ellos están los mejores hombres y mujeres para los
futuros gobiernos. Y vote por el que –insisto-- le de su rechingada nada.
¡Piense, por favor!
PD.- Y si lo van a compartir,
no frieguen… por lo menos déjenle mi apellido, no?
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