En 1998, Abraham Zabludovsky difundía los detalles relativos al escándalo sexual entre el entonces Presidente estadounidense Bill Clinton y la becaria Mónica Lewinsky cuestionando la actitud de lo que él llamó entonces “un mundo chismoso”, ávido exclusivamente de la información relacionada al affaire íntimo, en tanto el planeta, como también hoy, se convulsionaba en medio de problemas realmente graves.
Con sólo una palabra, el
entonces comunicador describió a todo habitante de La Tierra. El ansioso
interés de saber a fondo la vida de los demás, sobre todo en los detalles que
por lo regular son ficción, es condición humana. Desde los más connotados
personajes hasta el más humilde trabajador, en el país que sea, alguna vez todos
nos interesamos con saber algo más de alguien en especial. Aunque lo neguemos.
Sin embargo, hay gente que
hace de su “interés” morboso una forma de vida. Un ejercicio en un salón de
clases demostró que una primera conversación entre dos personas y difundida por
cada una a otras, finalmente no tiene parecido alguno con la original. El
agregado cambia diametralmente la versión primera, y la distorsionada es la que
más queremos escuchar. Ni modo.
No me sorprende, porque es una
práctica común en nuestra querida región. Sin embargo, no deja de impresionarme
cómo la vox populi describe hechos imaginarios con detalles tan precisos y
aparentemente perfectos, que dan como suceso real situaciones que surgen
precisamente de esa ingeniosa (hasta eso) creatividad para inventar chismes.
En el caso (escándalo ya… otra
vez) de la detención del regidor guaymense Iván Acevedo Sauceda, y del
funcionario de Empalme Roberto Palafox Suárez entre otras personas, tras la
denuncia del ex diputado local Rodolfo Lizárraga Arellano, la versión de la fiscal general del Estado,
Claudia Índira Contreras Córdova indica que el tema se refiere a operaciones
delictuosas derivadas de deudas contraídas con anterioridad, según durante
campañas políticas.
La investigación, se dice
oficialmente, llevó a sospechar de la participación de los personajes detenidos
en un asalto cometido en la casa del ya ex legislador en un presunto intento de
recuperar ese dinero, algunos millones de pesos, se dice --insisto--
oficialmente.
Inmediatamente la voz popular
entra en completo desacuerdo y establece versiones que van muchísimo más allá --al
modo, ya sabemos—y hasta desafían la información oficial, distribuyendo
comentarios cuyo único sostén es el “andan diciendo”. Sólo eso.
Es un tema profundamente
lamentable. Sea cual fuere el resultado, es un asunto muy delicado, que
perjudica a familias y personajes conocidos, pero que también podría destapar
cloacas ocultas duramente mucho tiempo.
Lo único que sí está
totalmente comprobado, amigo lector, es que ese “mundo chismoso” al que se
refería el Abraham del cuento… en Guaymas sigue felizmente disfrutando.
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