Ustedes disculparán pero, muy al margen de que me quieran tildar de “aguafiestas” o pesimista, hasta este momento sigo tratando de entenderle al contenido del evento realizado ayer aquí en Guaymas, en el que el Gobernador Alfonso Durazo Montaño vino a convocar a la ciudadanía a sumarse al esfuerzo oficial por contener la violencia que, en nuestra región, actualmente se da a manos llenas.
En una parte de su discurso,
Durazo Montaño dijo… “requerimos de la participación social para resolver el
problema de la inseguridad; no se trata de que el gobierno eluda la
responsabilidad que tenemos, se trata de que todos sumemos nuestro esfuerzo,
cada quien desde su cancha, para que, por el bien de todos, logremos regresar
cuanto antes la paz y la tranquilidad”.
No es que se escuche mal el
discurso. De hecho está padre. Pero por más que lo releo no hallo en qué parte
dijo nuestro señor mandatario cuál va a ser, en específico, la participación
directa que va a tener cada ciudadano desde su casa para combatir a los
desatados delincuentes que se pasean tranquilamente por todas partes, pese al
descomunal operativo de seguridad que tenemos. A no ser que agarrarlos a
pedradas.
No dudo que el propósito sea bueno,
pero por más que le busco no le hallo pies ni cabeza. No me quedó muy claro si
en su petición de integrarse a quienes desde los tres niveles de gobierno luchan
contra la delincuencia, vaya implícito que la ciudadanía participe… pues… ¿cómo?
Se habla de puentes de
comunicación gobierno-ciudadanos, de suma de voluntades, de participación
social, de realizar propuestas y detectar deficiencias, etc., etc. Lo único
comprobado y comprobable es que, a la primera detonación que se escucha, en el
lugar que sea, todos corremos a escondernos para que no nos vaya a tocar
ninguna bala perdida.
La Red Vecinal de la Jornada
Permanente por la Paz para el municipio, quedó instalada en Guaymas. Sobre su
funcionamiento, espero que en los días próximos tengamos un poco de claridad.
Y ya entrados en el tema, ayer
me tocó ver de nuevo el deplorable y triste espectáculo de los vehículos
oficiales, de los tres niveles gubernamentales, circular por nuestras calles
cargados de elementos armados hasta los dientes, en prevención, se supone, de
algún hecho fuera de orden.
Nos queda ya muy claro que la
suma de esos esfuerzos, en este caso, no ha sido tan útil que digamos para
apaciguar la frenética actividad delictiva. Y creo, siendo un neófito en cuestiones
policiacas y sus estrategias, que finalmente ha sido un grave error involucrar
a todas las corporaciones en persecución de un solo objetivo: los delitos de
alto impacto.
Creo que es un error que
elementos militares, policías que pertenecen a la federación, incluyendo
Guardia Nacional y Marina-Armada de México, tripulen patrullas propiedad del
municipio cuando el compromiso que este tiene con la comunidad es el de la
PREVENCIÓN DEL DELITO. Sólo eso.
Para ser más claro… la policía
municipal no está facultada, y muchísimo menos preparada, para enfrentar a
delincuentes de la alta escuela. Y sin embargo, los han involucrado en tareas
que a muchos de ellos les ha costado la vida. De ahí las bajas que hoy en día
provocan que la corporación local esté literalmente diezmada.
La policía municipal tampoco
está obligada a estar dentro de un equipo en el que los elementos del Gobierno
Estatal, la famosa AMIC, son quienes debieran tener la responsabilidad de
investigar los delitos cometidos y actuar en consecuencia. Hasta en eso han
tenido que meterse los policías municipales que con mucho trabajo se arman con
un revolver en ocasiones hasta sin balas.
“Cada chango a su mecate”.
Traer en bola a los agentes de todos los niveles, comprobado está, no ha
funcionado para nada. Militalizar a la policía municipal ha sido un error que
ha costado mucho.
¿Qué podría hacer el ciudadano
pacífico y decente para colaborar en
esto?
Quizá faltó hacer algunas
precisiones importantes.
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