“El gachupín quiere hablar contigo”, me dijo al oído un amigo. Se refería al español Alonso Sánchez Mena, co-propietario de la empresa Alsan, el mismo al que hemos acusado aquí en varias ocasiones de quererse quedar con una casa de Villa Sofía, por la cual se le entregaron 450 mil pesos, al negarse a entregar las escrituras correspondientes, a pesar de que el dinero lo recibió hace casi un año.
Le agradecí el mensaje al amigo, porque sé que lo hizo con la mejor intención, pero le pedí de favor que le diga al extranjerito ese que los asuntos se arreglan en lo personal y nunca a través de emisarios. Además, a mi no me interesa hablar con ese tipo. El que tiene que hablar es él, y no precisamente conmigo, sino con el matrimonio al cual le quiere robar la casa que él mismo les vendió.
No puedo mandarle decir que hable con Héctor Hernández, el corrupto encargado de la Profeco en Guaymas, porque seguramente ellos ya hablaron antes ($$$). Ante este ambicioso funcionario se interpuso la denuncia correspondiente, y lo único que hizo fue darle largas al asunto, casi “jurando sobre la Biblia” que le estaba dando curso al caso. Aparte de corrupto, mentiroso. En este caso, el “servidor público” optó seguramente por echarse unos billetes a la bolsa antes que atender la justa y angustiosa demanda del referido matrimonio. Más claro ni el agua.
Es una serie de complicidades asquerosas que se están viendo, y que dejan muy claro que gente como ésta viene únicamente a enriquecerse de la mejor manera posible. Es un grupito de conocidos personajes que, evidentemente, vienen a aprovechar la coyuntura y hacerse de todo el dinero mal habido que esté a su alcance. Y en ello les importa un cacahuate pasar por encima de quien sea. Inclusive haciendo a un lado importantes proyectos políticos que enmarcan el futuro de su presunta ideología.
Esa es la razón por la que el mentado Héctor Hernández fue públicamente repudiado en su intento de llegar a controlar al PAN en Guaymas. Su ambición no conoce límites. Ya lo intentó por el Partido Verde Ecologista, desde donde se lanzó a buscar una regiduría como candidato a alcalde, algo que le causó su primera vergüenza política. Ahora pretende llegar a la dirigencia panista con el apoyo del grupo en el poder, pero con sus antecedentes y la dudosa reputación que está teniendo como encargado de la Profeco, solamente logró que los auténticos panistas lo corrieran prácticamente a empujones de su sede partidista. ¡Qué vergüenza!
De ese tipo de gente es de la que hay que cuidarse. De presuntos servidores públicos que han llegado ahí sólo para hacer negocios particulares, como lo hizo aparentemente con el co-propietario de Alsan, a quien dicho sea de paso le reitero: no me interesa hablar con usted. Entréguele las escrituras al matrimonio que confió en usted pagándole los 450 mil pesos por una casa que, mientras no tengan las escrituras, no pueden decir que es suya. Sólo así me quitaré de la cabeza la idea de que usted es un bandido.
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Vecinos de la calle 13 están viviendo en penumbras durante la noche. Son varias las lámparas a las que no ha alcanzado la “modernización” del alumbrado público, una modernización que, sinceramente, todavía no veo por ningún lado.
El caso es que ya pusieron decenas de reportes y no tienen ninguna respuesta hasta ahora, seguramente por falta de dinero, un dinero que se les va en muchísimas cosas antes que cumplir con los proveedores que tiene la Comuna.
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Un comentario para reflexionar:
“El Senado tiene programado gastar más de un millón de pesos para bienes de consumo de cafetería en 2011.
“Estos recursos públicos serán para comprar café, azúcar refinada, sustituto de azúcar Splenda, sustituto de crema para café, té de manzanilla o de limón Laggs, además de agua, cucharas de plástico, filtros para cafetera, servilletas de papel, vasos, pañuelos, sodas y agua mineral”, dice una nota informativa.
¡Diputados hijos de… María Morales! ¿Tienen idea de lo duro que es para una familia que vive con el sueldo mínimo del padre comprar aunque sea un garrafón de agua? Con todo respeto, pero ¡qué poca madre!, y no me refiero sólo a gastar ese dinero en sus gustos personales, sino todavía tener el descaro de difundirlo.
¡Hey, cínicos! ¡Les faltaron las tasas! ¿No desean un donativo de tacitas?... digo, para tratar de cuidar un poquito el presupuesto.
¡Qué descaro!
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