El regreso de Ramón Aguirre Vizcarra podría tener varias lecturas. Para muchos, da confianza a la labor que ha venido desarrollando el licenciado Librado Navarro Jiménez al mando de la corporación. Aseguran que será un fuerte apoyo en la operación de la policía guaymense, en tanto el Director se concentra más en mejorar la imagen de la misma.
Los antecedentes de Ramón no son tan malos. Sucesos años atrás lo ubican como un tipo confiable en la policía. Sin embargo, ojala que su paso por otros niveles policiacos no le haya descompuesto su forma de pensar. Confiemos que no ha sido así, porque de otra forma, sería fatal para la corporación local.
De entrada, las cosas ya no están muy bien para él. José Antero Castillo Altamirano había recibido la promesa de que no lo removerían del cargo, y sucedió todo lo contrario. Lo degradaron para que Ramón regresara al cargo que recibió casi al inicio de la presente administración. Y eso no lo debe traer muy conforme.
Además, las relaciones con Javier Velderráin Paredes no son muy buenas. Cuando Ramón anduvo deambulando buscando trabajo, habiendo concluido con una positiva labor como comandante de Empalme, el hoy Jefe de Tránsito fue de los que se negó sistemáticamente a darle la oportunidad de regresar a la policía guaymense. Lo ubicaban como un elemento negativo. Ramón pasó por momentos muy angustiosos en lo personal después de ese rechazo, que presuntamente no tenía fundamentos.
Ojala se puedan limar esas asperezas, aunque lo veo un poco difícil. A ver si no se convierte esto en un dolor de cabeza para el comandante Navarro Jiménez.
Por otra parte, la llegada de Aguirre Vizcarra tiene que ofrecer un reflejo inmediato en la prevención de la delincuencia. Sería imperdonable que con los cambios en la Dirección de Seguridad Pública las cosas sigan como hasta ahora… o peor. Eso daría a entender cosas comprometedoras, como que se hizo precisamente con ese fin. Digo, porque el alcalde César Lizárraga Hernández ha dicho que se debe garantizar la seguridad de los guaymenses. Y se supone que los cambios son porque los otros no dieron resultado.
El tiempo dirá cual era el propósito.
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Estuvo fuerte (al estilo) la presión de los “tiangueros” en Palacio Municipal. Se contaban por decenas los comerciantes que “hicieron bola”, gritaron y empujaron a manera de presionar al municipio para que no los muevan un milímetro de la invasión que cada miércoles protagonizan en la calle 19 y la avenida 7, amén de las calles donde dejan estacionados sus vehículos.
La verdad es que ésta será una muy buena prueba para el actual Ayuntamiento. En junta de cabildos el sábado pasado, los regidores decidieron “tomar el toro por los cuernos”, y autorizar la reubicación del tianguis. Esto compromete al alcalde César Lizárraga Hernández a ser el único que tendrá lo pantalones suficientes para hacer valer la autoridad. Si no se hace, pasará a ser otro de los que sucumbieron a la presión de estos prepotentes comerciantes. Uno más.
Ahora bien, si no se logra convencer a los “tiangueros” de que las calles no son suyas y que los automovilistas tienen mucho más derecho que ellos a utilizarlas, es que de plano, el munícipe no tiene gente que le quite broncas de encima.
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Soy de los que no creen que se de el aumento del 16 por ciento al costo del consumo de agua. Independientemente del rechazo prácticamente generalizado que hay para la propuesta de la CEA, no hay que olvidar que el hoy Gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías, dijo que durante su mandato no habría incremento en el costo del bebestible, sólo en los casos que esto se justificara plenamente, y al menos actualmente en Guaymas no existe una sola razón para permitirlo.
Y Padrés Elías hasta hoy ha cumplido con los compromisos que hizo en campaña.
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