Es el mismo gobierno el que los crea, y es el mismo que
los tiene que destruir.
La detención (simulada o como sea) de la maestra Elba
Esther Gordillo Morales no debiera sorprender a nadie. Y no por tratarse de
quien es, sino porque ese tipo de acciones han sido la rúbrica de la mayoría de
los gobiernos emanados del PRI. Y aunque son asuntos cuyo trato debe ser
eminentemente jurídico, finalmente resultan estrategias políticas que buscan
dar una completa legitimidad a un gobierno.
En lo personal, desecho totalmente la idea de que a la
maestra la sorprendieron. Es absurdo pensar que con el inmenso poder político
que ejerce esta mujer no haya existido alguien que le advirtiera que la acción
de la justicia estaba por caerle encima. No descarto tampoco que esto forme
parte de un asqueroso común acuerdo entre Gobierno y lideresa sindical para
encubrir otros asuntos que realmente requieren la atención nacional. Es tan
complicado entender la política.
Todos los liderazgos sindicales, desde el magisterial
hasta el petrolero, ferrocarrilero y telefonista, entre otros, son manipulados
por el Gobierno Federal. Ahí están quienes al gobierno en turno convienen. Es
el mismo gobierno el que los crea, los construye, los fortalece y les da la
libertad para llegar a ser, inclusive, más poderosos que el gobierno mismo.
Recordemos aquel abrazo entre Miguel de la Madrid Hurtado y Joaquín Hernández
Galicia “La Quina”, que para muchos fue establecido como un acto de sumisión
absoluta por parte del entonces mandatario.
Luego entonces, se llega a perder tanto el control, que
es el mismo gobierno el que tiene que ponerle punto final a ese tipo de
liderazgos desbordados, desde los cuales se pueden cometer delitos a la vista
de todo mundo con una impunidad que raya en la desfachatez, en el cinismo. La
maestra era identificada como delincuente desde hace muchísimos años, inclusive
se le acusó hasta de asesinato. Pero no había gobierno que se atreviera a
ponerle las manos encima. Aunque esto no quiera decir precisamente que por esa
razón el de Enrique Peña Nieto es el que se decidió a hacer cumplir la Ley. Son
parte de una estrategia para enaltecer su figura presidencial.
Llama la atención, por otro lado, que ni el Partido Nueva
Alianza ni el mismo sindicato magisterial hayan reaccionado como muchos
suponían. NA simplemente se desligó de la maestra y se lavaron las manos. El
sindicalismo magisterial denota una tranquilidad extraña, que más que eso,
advierte una reacción que podría movilizar a todo el país. Como lo dije apenas
ayer, no le doy mucho tiempo a esto para que “reviente” en una ola de protestas
a lo largo y ancho del territorio que, inclusive, hasta podrían afectar la
impartición de clases.
El gobierno los crea y es el mismo que tiene que
destruirlos. Antes le tocó a “La Quina”, a Jorge Díaz Serrano quien inclusive
fue desaforado como senador. Hoy le toca a la maestra.
¿Y los que quedan?
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