Regularmente, los aumentos a los costos de los servicios
se dan al parejo de una crisis galopante y cruel en contra de quienes menos
tienen. En el caso del incremento a la tarifa del autotransporte, es lo que
provoca que la incertidumbre crezca y la angustia invada a quienes tienen que
pagar costosos sacrificios económicos para ir a ganarse un sueldo que en
ocasiones es miserable, suficiente apenas para cubrir los gastos de pasaje.
El concesionario del servicio de transporte urbano
pertenece a cierto segmento de la élite social. Aún cuando los dueños de los
camiones se quejan de los altos costos de operación y lo poco redituable que es
el negocio, lo cierto es que todos ellos pertenecen regularmente al tipo de
individuo que tiene su buena casa, su carro del año y sus viajes al extranjero
con gastos superfluos y frívolos. Es decir, pertenecen a la clase rica,
económicamente hablando.
Traidores siempre a la causa común, se valen de la
necesidad del asalariado para llevarlo a su destino laboral, en el entendido de
que la tarifa que apliquen, éste tendrá que cubrirla ante la imposibilidad de
cubrir caminando una eventual enorme distancia para llegar al sitio donde
trabaja. Sin alternativa, el trabajador tiene que despedirse con tristeza e
impotencia de una parte muy importante de su raquítico sueldo para satisfacer
la voracidad del dueño del autobús que lo traslada a su chamba.
Para nadie es un secreto que los señores concesionarios
nunca pierden. Ellos establecen una tarifa diaria que debe entregar
rigurosamente su chofer, y quien no lo haga así es “bajado” de la unidad por no
producir. Superada la cantidad exigida, el chofer puede ganar el resto de los
ingresos. Si no hay un peso extra, se queda sin salario del día. Cuando la
exigencia del patrón ya no le alcanza para satisfacer sus desmedidas necesidades,
es cuando empiezan a presionar para exigir al gobierno un nuevo incremento a la
tarifa… y siempre ganan.
La tarifa que se aplica a partir de hoy en algunas rutas,
al menos en el puerto, para algunas personas representa hasta 28 pesos diarios de
camiones, más de la cuarta parte de lo que muchos trabajadores ganan. Pero el
gobierno, “preocupado” siempre por los que menos devengan, sigue apoyando a
quienes aplastan las posibilidades de una mejoría en la economía del
asalariado. Es un cuento de nunca acabar.
Injusticia tras injusticia. Pero claro, ahorita el mayor
interés se centra en que Elba está en la cárcel con un futuro incierto, y que
el mundo no tiene Papa.
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Juan Díaz de la Torre releva en el cargo como Presidente
del SNTE a Elba Esther Gordillo Morales, y ayer en su primer discurso como tal,
dijo que avalará totalmente el sindicato la Reforma Educativa, algo contra lo
que el mismo gremio estuvo peleando fuerte en los últimos dos meses.
Mmmm… no sé por qué me late que eso abre las puertas para
que la doña (no es maestra, me refutaron ayer) salga libre pronto. Ya
aniquilado el inmenso poder que tuvo, el gobierno les puso un “estate-quieto” a
los sindicalistas. Ahí está la prueba.
Superado el escollo, que siga el ronchiflón!!
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