El anuncio fue confirmado
días después por el Gobierno Federal. El tema lo tocamos entonces en este mismo
espacio con los datos específicos de la inversión, que en una primera etapa se
refiere a los casi 400 millones de pesos. La perspectiva, según empresarios
regionales, es positiva, porque además de venir a reactivar un poco la dañada
economía local, dará la oportunidad de generar cientos de empleos.
Esta y otras
aplicaciones que se advierten ya de manera oficial, han provocado la reacción
de empresarios regionales, quienes ante la perspectiva de que Guaymas empiece a
recomponer su rumbo gracias a ese tipo de inversiones, buscan reintegrar la
Cámara de la Industria de la Transformación (Canacintra), un organismo que
durante mucho tiempo había permanecido prácticamente en el olvido.
Salvador Macías
Rangel será quien, desde la dirigencia del refundado organismo, enderece una
serie de acciones que, con el apoyo de más de 50 empresarios locales, se
convierta en un respaldo para los proyectos que se están anunciando. Ahí habrá
gente de la industria aeroespacial, automotriz, sistemas, astilleros,
turisteros y otros más. El ánimo permea entre quienes decidieron revivir el
organismo.
Este tipo de
noticias, amigo lector, resultan bastante estimulantes en medio de una
situación complicada y difícil, sobre todo en el renglón económico, que se
amplía ya a muchos años. Con una serie de tropiezos en un sistema de gobierno
que batalla para corregir rumbos, dejando consecuencias en algunos casos hasta
con síntomas de catástrofe, proyectos millonarios que significan una esperanza
ante la escasez de oportunidades laborales deben ser bienvenidos, y eso es lo
que está haciendo la recién reestructurada Canacintra.
En esto se está
hablando de obras que vendrán a dar un extraordinario impulso a la industria
portuaria, y tomando en consideración la estratégica ubicación de Guaymas por
su cercanía con Estados Unidos, nuestra región podría revivir aquellas
gloriosas épocas en que, para países de otras latitudes, era la mejor
alternativa para la carga y descarga de sus gigantescas embarcaciones.
Las obras llamadas
“de relumbrón”, que significan más vedetismo que otra cosa, deben ser hechas a
un lado. Los políticos que buscan el lucimiento personal deben ser reemplazados
por gente que ve en este tipo de inversiones una perspectiva de crecimiento, de
desarrollo, de apoyo y ánimo para la economía de las regiones. La gente quiere
tener agua en la llave de su casa, pero también quiere un empleo para
satisfacer todas sus necesidades.
En estos momentos
no se advierte oposición a este importante proyecto. Al menos en la apariencia,
los diversos sectores de la región lo están viendo más como una perspectiva
positiva que un tema para crear polémica barata.
Ojalá todo marche
de acuerdo a lo previsto.
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