miércoles, 15 de mayo de 2013

Muere ciclista italiano


Desde Argentina quería llegar a Alaska para demostrar que la Diabetes no es limitante; murió arrollado en Sonora
El ciclista italiano, Mauro Talini, murió atropellado por un tractocamión en una carretera en el municipio de Trincheras, en el norte de Sonora, informaron este miércoles autoridades.
La vocera de la Procuraduría General de Justicia del Estado, Tatiana Gómez Unger, indicó que la tarde del lunes, sobre el kilómetro 38+900 del tramo carretero Santa Ana Altar, Talini fue golpeado por un camión.
La funcionaria precisó que el atropellamiento se reportó a las autoridades alrededor de las 16:35 horas del lunes y una hora después, el Ministerio Público dio fe de los hechos.
El ciclista, de 39 años, fue identificado a través del pasaporte que portaba, dijo Gómez Unger.
La Procuradora mencionó que hasta la tarde de este miércoles no se registraba ninguna detención relacionada con el hecho, pero aseguró que la investigación está avanzada y existen elementos suficientes para tener resultados en poco tiempo.

El cuerpo del ciclista quedó sobre la carretera junto a su bicicleta desecha. Talini pretendía llegar a Alaska después de haber iniciado su recorrido en Ushuaia, Argentina, el 1 de enero.
En su sitio oficial en internet, Talini manejaba el lema "La diabetes no es una limitante, por el contrario, es una escuela de vida".
El ciclista arribó a la ciudad de México en abril y con ello alcanzó los 14 mil 500 kilómetros pedaleados desde el inicio de la travesía. Hasta el lugar de su deceso, desde la capital del país, recorrió otros 2 mil 300 kilómetros.
En su travesía por el país cruzó por estados como Chiapas, Oaxaca, Morelos, Estado de México y Distrito Federal, después siguió a Michoacán, Jalisco, Nayarit, Sinaloa y Sonora.
De acuerdo a la información generada a su llegada a la ciudad de México, Talini inició su preparación para este recorrido cuando tenía 16 años, como una forma de retar a la diabetes.
Consideraba que para superar cualquier obstáculo contaba con la compañía de Dios y una amiga inseparable, la diabetes, misma que le permitió conocer a profundidad su cuerpo y comprobar que no existe límite que lo detenga.

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