lunes, 21 de abril de 2014

Una loca Semana Santa…

Bueno, después de un rápido viaje hoy a Hermosillo apenas nos reintegramos a nuestras diarias ocupaciones. Esto luego de concluido el periodo vacacional que mientras en Empalme arrojó resultados altamente positivos, con una Semana Santa “blanca” en lo que cabe, puesto que hubo un accidente que -- por fortuna, y por la magnitud del percance -- sólo dejó personas lesionadas, en Guaymas dejó dos muertos y al menos dos muchachas que acusaron haber sido violadas tras haberse perdido en la bruma que deja el excesivo consumo de alcohol.
Uno de los percances ocurridos en Guaymas, que dejó enlutada a una muy conocida familia, fue consecuencia de un descuido fatal. El otro fue resultado natural de la irresponsabilidad que causa el exceso en el consumo de bebidas etílicas. Es profundamente lamentable que la gente confunda el asueto con el desenfreno, y aun cuando las autoridades casi de rodillas suplican no tomar el volante cuando se ingiere alcohol, hay quienes se aferran a su errónea convicción de que “a mí nunca me va a pasar nada”… y ahí están las consecuencias.
El caso de las chamacas presuntamente violadas es delicado. Sin embargo, aunque moleste, tiene que hacerse un análisis serio al respecto. En lo personal, en torno a casos con estas características, siempre he considerado que tanta culpa tiene el victimario como la víctima. El primero por aprovecharse de las condiciones en que se encuentra la fémina, y éstas últimas por incurrir en ingesta tal de bebidas enervantes que, como ellas mismas lo dijeron a la policía, las hicieron caer en un estado de inconciencia.
En los tiempos actuales, hay quienes manejan cifras estadísticas que advierten que la mujer, la joven sobre todo, está consumiendo una cantidad de alcohol superior a la que toman los varones. El estado de embriaguez que alcanzan las muchachas (y eso pudo observarse estos días en San Carlos) llega a ponerlas en ocasiones en actitudes tan grotescas que no permiten lucir su belleza. Por el contrario, ofrecen espectáculos tan denigrantes que realmente son para lamentarse más que para verse divertidos.
Eso las coloca en una potencial posición de peligro ante los sujetos que no vienen a vacacionar con el objeto de divertirse, sino dar rienda suelta a sus instintos de machos. Estos últimos, animales irracionales por supuesto, saben que estos días es fácil encontrar a jovencitas que creen que divertirse es ponerse “hasta la madre” de alcoholizadas. Algunas de ellas toman conciencia de sus actos cuando ya nada tiene remedio. Otras quedan convencidas de que esa es la mejor forma de vivir su juventud. Lamentable pero así es.
La raíz del problema es la formación educacional de estas personitas. Son menores de edad a quienes se les ha permitido conocer formas prohibidas de vivir su adolescencia sin darle la importancia que realmente se tiene. Son jovencitas cuyos padres no les advirtieron a tiempo lo que podía pasar si incurrían en excesos, y muy tarde quieren encontrar responsabilidades en otras personas sin hacer una auto reflexión sobre los errores cometidos.

Lo único bueno que esto deja es que aprenden a despertar más temprano.

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