En cierta ocasión, en uno de
los pasillos de Palacio Municipal, conversaba con un colega periodista, cuando
se acercó una persona que en esos tiempos fungía como regidor del ayuntamiento
guaymense. El hombre se acercó y me saludó cordialmente de mano, para luego
retirarse.
Mi compañero y amigo,
sorprendido, me dijo… “mira este que cínico. Apenas en la mañana “lo pusiste de
vuelta y media” en tu programad de radio, y aquí llega muy desvergonzado a
saludarte.”
Me quedé un poco pensativo y
luego le respondí: “yo creo que me saludó porque, en efecto, en la mañana le
pegué una chinga… pero a su trabajo como regidor, mas nunca me metí en su vida
personal. De hecho nunca me meto con las personas, sólo con su trabajo en el
servicio público”.
Mi amigo se me quedó viendo y
sólo me respondió: “tienes razón…”
Respeto mucho la opinión
ajena, pero discrepo totalmente de quienes, aprovechando el poder de una pluma
o de un micrófono, y hoy también de las redes sociales, aprovechan la coyuntura
para agredir con deliberada y cruel saña a las personas, transgrediendo la
libertad de opinión.
Criticar, señalar errores, incluso
fustigar al servidor público irresponsable, corrupto, altanero y abusivo, no
solamente está permitido. Puede considerarse hasta obligatorio por parte de
quien se siente mal gobernado, porque esa gente percibe un sueldo con cargo al
dinero público.
Pero el cuestionamiento debe
ser, aparte de enérgico y exigente, hacia el funcionario. NUNCA, amigo lector,
hacia el individuo como tal. Eso vulnera el derecho que tiene el otro de ser
respetado EN SU PERSONA.
La ofensa es otro tipo de
crítica. Es malsana, es injuria, es ultraje. Y al margen de que se causa un
agravio, tú mismo abres la puerta para que te respondan de la misma manera. Y
si lo reflexionas un poco más, si la persona ni siquiera te toma en cuenta,
está mostrando un nivel muy superior al tuyo en cuestión personal.
Exigir explicaciones al
funcionario, cuestionarlo e incluso denunciarlo ante la instancia que
corresponde, es parte del quehacer ciudadano.
Ofender… eso es otra cosa.
En cuestión de mi trabajo
periodístico, me adjudico el derecho de retirar de mis publicaciones comentarios
ofensivos hacia las personas, pero respetar las críticas --por duras que sean--
a los servidores públicos.
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