sábado, 25 de enero de 2020

¿Crítica u ofensa?

En cierta ocasión, en uno de los pasillos de Palacio Municipal, conversaba con un colega periodista, cuando se acercó una persona que en esos tiempos fungía como regidor del ayuntamiento guaymense. El hombre se acercó y me saludó cordialmente de mano, para luego retirarse.
Mi compañero y amigo, sorprendido, me dijo… “mira este que cínico. Apenas en la mañana “lo pusiste de vuelta y media” en tu programad de radio, y aquí llega muy desvergonzado a saludarte.”
Me quedé un poco pensativo y luego le respondí: “yo creo que me saludó porque, en efecto, en la mañana le pegué una chinga… pero a su trabajo como regidor, mas nunca me metí en su vida personal. De hecho nunca me meto con las personas, sólo con su trabajo en el servicio público”.
Mi amigo se me quedó viendo y sólo me respondió: “tienes razón…”
Respeto mucho la opinión ajena, pero discrepo totalmente de quienes, aprovechando el poder de una pluma o de un micrófono, y hoy también de las redes sociales, aprovechan la coyuntura para agredir con deliberada y cruel saña a las personas, transgrediendo la libertad de opinión.
Criticar, señalar errores, incluso fustigar al servidor público irresponsable, corrupto, altanero y abusivo, no solamente está permitido. Puede considerarse hasta obligatorio por parte de quien se siente mal gobernado, porque esa gente percibe un sueldo con cargo al dinero público.
Pero el cuestionamiento debe ser, aparte de enérgico y exigente, hacia el funcionario. NUNCA, amigo lector, hacia el individuo como tal. Eso vulnera el derecho que tiene el otro de ser respetado EN SU PERSONA.
La ofensa es otro tipo de crítica. Es malsana, es injuria, es ultraje. Y al margen de que se causa un agravio, tú mismo abres la puerta para que te respondan de la misma manera. Y si lo reflexionas un poco más, si la persona ni siquiera te toma en cuenta, está mostrando un nivel muy superior al tuyo en cuestión personal.
Exigir explicaciones al funcionario, cuestionarlo e incluso denunciarlo ante la instancia que corresponde, es parte del quehacer ciudadano.
Ofender… eso es otra cosa.
En cuestión de mi trabajo periodístico, me adjudico el derecho de retirar de mis publicaciones comentarios ofensivos hacia las personas, pero respetar las críticas --por duras que sean-- a los servidores públicos.

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