La peor pesadilla en materia
de inseguridad que se haya vivido en Guaymas y Empalme se mantiene activa.
Asesinatos sanguinarios cometidos sin el más mínimo pudor, la increíble
multiplicación del delito común y muchas otras cosas más ocurren en nuestra región
mientras las autoridades permanecen como inofensivos corderitos, simulando
hacer cuando en realidad están ofreciendo un espectáculo grotescamente ridículo
de incapacidad e ineficacia.
Y al parejo con esto, la
desmedida, descarada e impune corrupción en la que se envuelven aquellos que
deberían garantizar la seguridad del ciudadano para convertirse en cínicos y desvergonzados
hampones con permiso, que roban a base de intimidación a la gente pacífica
mientras los ladrones comunes hacen de las suyas en medio de la más absoluta
complacencia de sus cómplices con uniforme.
Para guaymenses y empalmenses,
ser testigos de la muerte en vivo de gentes regularmente de mal vivir, se ha
convertido en algo habitual. Los famosos “levantones” se han vuelto ordinarios,
habituales, realizados por hombres y mujeres (en su mayoría muy jóvenes) que ni
siquiera se preocupan por cubrir sus rostros. Así de confiados se sienten ante
la inutilidad de policías de los tres niveles de gobierno que pasean
tranquilamente por las calles de ambas ciudades.
Los robos comunes, cometidos
casi por lo regular por gente adicta a las drogas y demás lacras, se han
tornado salvajes, extremadamente peligrosos, como el caso reciente en contra de
nuestra colega y amiga María Mercedes Carpio Flores, atacada brutalmente por
desconocido delincuente en el interior mismo de su casa, algo que también se ha
vuelto usual en todos los rincones de los dos poblados. Obviamente, la inmensa mayoría de casos
quedan totalmente impunes.
Y al parejo de eso, la policía
establece retenes, por lo general los fines de semana, que son acciones que
solapan la infinita corrupción de agentes ratas, que a base de intimidación y
amenazas le ROBAN el dinero a automovilistas que no han tomado una gota de
alcohol, y con más razón a los que manejan ebrios, a los que por fuertes
cantidades los dejan irse, sin acordarse de que, por acciones del tipo, han
ocurrido aquí brutales accidentes, algunos de ellos fatales.
Más todavía: el jugoso negocio
que han hecho algunos jueces calificadores, coordinados por un tal licenciado
De Marco, entre los cuales, según señalamiento que nos llega a nuestra mesa de
trabajo, uno de apellido Ruiz no cuenta con carrera como abogado, y otro más de
apellido García. Fuentes directas de la misma policía cuestionan el que a
conductores punibles se les cobren desde 6 mil hasta 12 mil pesos de multa, SIN
RECIBO EXTENDIDO, lo que podría significar un sucio pero muy productivo
negocio.
La acometida, tanto de
delincuentes por oficio como de autoridades corruptas, está terrible en estos
momentos para la ciudadanía. Y muy lamentablemente no hay a dónde recurrir, no
hay instancia en la que puedas denunciar uno de estos hechos porque simple y
sencillamente, todos “se tapan con la misma cobija”.
Así las cosas…
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