La Secretaría de Salud acaba de advertir la posibilidad de bajar a Sonora hasta el semáforo verde, en relación a la pandemia que por el famoso coronavirus sigue galopando por todo el planeta.
Ante la inminencia del período vacacional por la Semana Santa, en regiones como la nuestra, en las que los balnearios son el mejor atractivo para el potencial arribo de visitantes, se polemiza sobre la posibilidad de cerrar o no el acceso de la gente.
Expertos aseguran que permitir
la libre entrada podría provocar una tercera y muy peligrosa ola de contagios y
sus consecuencias.
Y en medio de todo esto, la
misma Secretaria se refiere a la posibilidad de permitir el regreso a las
clases presenciales en las escuelas del Estado.
Ambos temas, como era de
esperarse, han despertado una serie de comentarios, algunos incluso muy
polarizados… al modo.
Abrir las playas representa un
riesgo. Eso queda muy claro. Pero el regreso a las clases presenciales, al
menos en estos momentos, también. Es decir, no hay mucha congruencia entre una
y otra perspectivas.
Desde la percepción muy
personal, creo que para que haya un poco más de coherencia, si se van a cerrar
las playas, es que el ciclo escolar actual concluya como está hasta hoy.
En dos o tres meses las cosas
no van a cambiar el sistema temporal de educación, y por el contrario, sí puede
provocar un grave retroceso en los avances hacia la descontaminación por el
virus.
Cierre de playas en Semana
Santa y el retorno a las clases presenciales a partir del próximo ciclo
escolar, coadyuvaría bastante a la Secretaría de Salud si es que esta realmente
quiere alcanzar su propósito de bajar hasta el semáforo verde.
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