viernes, 6 de junio de 2014

A asaltar punibles!!

Nadie se anima a dar la cara y denunciarlo, pero lo dejan entrever: los retenes que instala la policía, principalmente durante los fines de semana, conllevan dos objetivos específicos: meter cientos de miles de pesos cada semana a las arcas del Municipio y permitir que los agentes policiacos tengan una fácil forma de seguirse corrompiendo a través de las rabiosas “mordidas” que exigen a los conductores punibles.
Hace unos días platiqué con un amigo. El pasado fin de semana, de manera circunstancial llegó a casa de unos familiares. Ahí le ofrecieron un bote de cerveza, a cuyo contenido le tomó un par de tragos. “No traía disposición para tomar”, me comentó. De ahí se despidió y se retiró con el propósito de llegar a su casa. Más adelante vio las luces de torretas encendidas. Se dio cuenta de que se trataba de un “filtro” policiaco, pero se acercó con toda la confianza de quien no siente andar en circunstancias no permitidas.
Tras ser abordado por un agente, este le pidió que le soplara en el alcoholímetro. Para su sorpresa, el agente le dijo amenazante “vienes hasta la madre… ¡bájate!” Descendió de la unidad, se acercó con el agente, y le dijo que sólo había probado ligeramente la cerveza. El policía le dijo que el alcoholímetro superaba lo permitido por la Ley, y que tendría que pagar una multa de ¡¡siete mil pesos!! Dice mi amigo que sintió que el piso se aflojaba.
Aun así, según su versión, cortésmente trató de hablar con el agente. Si sólo había medio probado de un bote de cerveza, se le hacía aberrante tener que pagar tan descomunal cantidad. No valieron explicaciones. El policía “se montó en su macho”, y le dijo que lo pasaría con el médico legista, éste lo mandaría con el juez calificador, que tendría que ir a la comandancia donde su auto quedaría en el corralón, y que si no traía dinero para pagar su multa pasaría la calurosa noche en una celda.
El amigo se espantó. Confiesa que jamás se había visto en semejante circunstancia. Y lo clásico: al notar el policía el desconcierto en su rostro, le dijo: “hay otra forma de que te vayas… deja algo ahí para la cena”. Le respondió que sólo traía 200 pesos en la bolsa, lo cual encolerizó al agente. “¿Estás loco? (sic) Aquí por lo bajito tienes que reportarte con dos mil lanas”. Finalmente, el corrupto agente le dijo… “está bien, dame los 200 y vete”.
Antes de irse, le preguntó que si por qué hacía eso. El agente le respondió que lo de las multas son órdenes “desde muy arriba”. Le dijo que no sabía si eran cien o doscientas multas las que tienen que meter “a fuerzas” cada fin de semana, no menores a los 7 mil pesos (en lo personal, no creo que sean tan pocas las exigidas). Y que una vez cubierto el compromiso, pueden hacer ¡¡ lo que quieran !! con los demás punibles que vayan cayendo.
Así se las está gastando la administración de Otto Claussen Iberri.

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