La candidatura del futbolista Cuauhtémoc Blanco Bravo para la alcaldía de Cuernavaca por el Partido Social Demócrata, nos pinta a los mexicanos tal cual somos en la realidad: estamos inconformes hasta con nosotros mismos.
Durante décadas, los que habitamos el país (exceptuando, claro, a la desacreditada clase política actual) hemos exigido, incluso a gritos y amenazas, un cambio radical en el sistema de gobierno, ese mismo que sigue manteniendo a México en una situación económica deplorable, desalentadora e injusta.
Hemos sido críticos despiadados de todo aquello que huela a política (generalmente con sobrada razón), y levantamos alto la voz para pedir que se dé oportunidad a gente que no tiene relación con ella para con ello tratar de hacer llegar a personas que realmente conozcan de cerca la problemática de la clase más vulnerable.
Sin embargo, cuando alguien ajeno a la política pretende hacer eco a esas exigencias, somos las mismas voces las que atacamos con dureza las pretensiones que, como en este caso, tiene un famoso futbolista que pretende llegar a un gobierno municipal, en una contienda donde, por cierto, disputará con la actriz Laura Zapata Miranda, quien la buscará por el Partido Encuentro Social.
Lo más livianito que le han endilgado estos últimos días al “Cuau” ha sido ridículo, ignorante, iluso y hasta calificativos mucho más hirientes. El hombre aún no gana una contienda electoral y ya lo están estigmatizando con los peores adjetivos. Precisamente a una figura que representa lo que la misma clase media y baja exige a gritos: alguien que no tiene relación con la política.
Que yo recuerde, el futbolista nunca ha sido objeto de acusaciones de deshonestidad, corrupción, trato con narcotraficantes, drogadicto ni nada que se le parezca. Su gran pecado frente a los críticos de la política es que quiere gobernar un municipio, sin saberse todavía si una persona como él pueda ser al que se busca para un limpio manejo de los recursos públicos.
En un país chismoso y mitotero como el nuestro, cuajado de políticos ladrones, corruptos y mentirosos, estamos acostumbrados a criticar pero sin proponer o buscar alternativas de solución. Pareciera que ya nos acostumbramos a estar jodidos, y preferimos que un deportista se rompa la m… en la cancha antes que rompérsela intentando, al menos, hacer un bien a un municipio. Nuestro círculo vicioso es realmente dramático.
Creo que el “Cuau” podría ser (¿por qué no verlo así?) una verdadera “punta de lanza” para que, en todo el país, otras figuras sin relación con la política recibieran la oportunidad de esos partiditos que lo único que han hecho es “sacar raja” de su registro como tales. Que hagan honor a su discurso y que postulen personas que no lleguen con los vicios y ambiciones que tienen los políticos de hoy.
Tan sólo en Guaymas y Empalme, es cuestión de voltear a nuestro alrededor para darnos cuenta de que hay MUCHA gente que no entiende del tema pero tiene el requisito que debiera ser el número uno de todo político: honestidad.
El problema, sin embargo, seguirá siendo la pobre visión que tiene el mexicano sobre un futuro al menos con un poco de esperanzas, las mismas que los políticos actuales han hecho pedazos.
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