La designación de la senadora con licencia Claudia Pavlovich Arellano como candidata del PRI a la gubernatura de Sonora, permite advertir varios escenarios de frente al proceso electoral de este año. Y en casi todos, se anticipa una consecutiva derrota para el PRI.
De entrada, queda claro que el poder del diputado Manlio Fabio Beltrones Rivera sigue estando por encima de la voluntad de cualquier otro actor político. Inclusive de quienes hoy se mueven en los más altos cargos públicos del país, sobre quienes presuntamente recae la toma de decisiones importantes para los estados.
Hace algunos meses, comenté aquí mismo que una virtual designación de esta señora como candidata al gobierno hoy en manos de panistas, anticipaba una derrota. La muy adelantada candidatura de Javier Gándara Magaña como aspirante panista dejaba entrever una muy clara negociación para que los azules se preserven en el poder. Esto empieza a tomar forma.
Asegurar que la señora está muy bien posicionada en el ánimo de los sonorenses es circunstancial. Para nadie es un secreto que las famosas encuestas colocan en el primer lugar a quien la paga. Y los políticos de hoy cubren generosas cuotas a quienes les presentan números alegres, aunque ellos mismos sepan que son una falacia. Y en eso, el equipo de la senadora pagó excesivas cantidades.
Quiero dejar en claro que esto no es misoginia ni mucho menos. Hay que ser claros: la estatura política de la señora no es aún la suficiente para enfrentar un reto de esta naturaleza. Y el tiempo va a dar la razón. Claro, dependiendo de las marrullerías que su equipo de campaña aplique para activar las viejas prácticas priístas para apropiarse de triunfos ajenos. Sólo así podrían tener resultados decorosos.
Los más contentos en estos momentos son los panistas. La designación de Claudia les abre una muy segura posibilidad de repetir la victoria en las urnas, con todo y el desorden tanto social como político que traen en la entidad. La noticia sobre el “destape” de la ya casi ex senadora despertó la algarabía y el festejo anticipado entre los azules, quienes ven como rival más peligrosa a la también senadora Ana Gabriela Guevara Espinoza, quien pronto será postulada por la izquierda sonorense.
Ahora bien, suponer que esto perjudica a su padrino Manlio Fabio, es absurdo. Si ya una vez, como gobernador, pintó de amarillo el sur de Sonora y de azul casi el resto del estado, nada le cuesta seguir manejando a su antojo la política sonorense y dejar que los azules sigan siendo los amos y señores del quehacer regional. Es cuestión de negocios.
Ese es el verdadero poder político.
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