A un mes y días del siete de junio, la contienda por la futura alcaldía de Guaymas se va cerrando cada vez más en tres alternativas, en este orden: Lorenzo De Cima Dworack del PAN, Marco Antonio Ulloa Cadena de Movimiento Ciudadano y José Luis Marcos León Perea del PRI, Panal y Verde Ecologista. Esto es fuera de encuestas, la mayoría de las cuales resultan siempre amañadas y a favor de quien las paga.
Muy rezagados se van quedando José Guzmán López González del PRD, que ha fundamentado su campaña sólo en criticar errores administrativos de la actual Comuna y tomándose fotos al lado de montones de basura, Rodolfo Lizárraga Arellano del PT, que aprovechará bien su capitalito político para alcanzar la ansiada regiduría, Francisco Miranda Ceceña, que por lo que se presume fue olvidado por su partido Encuentro Social, Heriberto Aguilar Castillo de Morena, de quien se desconoce si está haciendo campaña, y Jorge Alberto Agúndez Rubio, un buen hombre que lucha a brazo partido por figurar en esta contienda con poco avance hasta ahora.
Estas apreciaciones son naturales por el tipo de campaña que cada quien está realizando. Lorenzo ha sido --en cierto modo-- la novedad, aun cuando milita en un partido que está siendo duramente cuestionado por los graves errores cometidos por el aún gobernador Guillermo Padrés Elías. Su blindaje está en que muy poco hay que cuestionarle, más cuando como funcionario público rindió cuentas saludables desde la Agencia Fiscal. Sin embargo, el color azul pudiera pesarle a la hora de la decisión de los votantes.
Marcos, por su parte, ha ido avanzando lento pero seguro. Rodeándose de pueblo (“raza”, dicen algunos), está logrando consolidar la imagen que busca: ser un prospecto para presidente municipal que gobierne con un sentido más encaminado a proteger a las clases populares. Las propuestas que expone son prácticas y en consecuencia viables. Tiene sin embargo un enemigo en contra: sus antecedentes políticos. Poco más de tres décadas militando en el PRI causan que algunos lo vean con cierta desconfianza.
El caso de León Perea debiera preocupar un poco más a quienes conforman su equipo de trabajo. El único apoyo que se le ve más sólido hasta este momento es el PRI, un partido que ha sido el más cuestionado en los últimos tiempos y que desde hace tiempo dejó se representar una garantía de triunfo para sus candidatos. Su campaña se sigue viendo fría e insegura, de poco avance, por lo que se insiste en que es necesario meter el acelerador. Confiar en el voto duro del PRI ya no ofrece certeza. Un cambio de estrategias a la mitad del camino podría ser muy oportuno.
Es tan sólo una perspectiva.
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