lunes, 6 de abril de 2015

De campañas y cosas peores…

Pues ahora sí, en los municipios con más de cien mil habitantes, arrancaron las campañas de proselitismo, en las que decenas de candidatos y candidatas “bajarán el cielo y las estrellas” a los ciudadanos, particularmente a aquellos que ingenuamente se dejan engañar con regalos burdos, como una despensa o un balón, y a otros a quienes les “juran sobre la Biblia” que les darán trabajo llegando a los cargos públicos, como si el erario fuera para ofrecer una bolsa de trabajo.
De manera muy particular, estas campañas se van a caracterizar por dos aspectos prioritarios para los coordinadores: el ataque rabioso y mortal en contra de los oponentes, y una elevada ausencia de credibilidad por parte de la ciudadanía que, muy probablemente, se esté preparando en esta ocasión para no votar, lo que podría traer en consecuencia una de las jornadas electorales más contaminada por el abstencionismo en la historia de México.
No es absurdo pensar esto. En medio del descrédito que sufre hoy en día la clase política en general (Pri, Pan, Prd y todos los demás), las planillas de algunos de los candidatos fueron integradas de manera por demás abrupta, respondiendo a compromisos, a intereses políticos, a caprichos dictatoriales, haciendo a un lado el sagrado principio de velar por el bien común. Los objetivos distan mucho de eso. La ambición está por encima de la vocación.
Y a partir de ese pésimo principio, los aparentes ofrecimientos de manejo honesto de los recursos públicos y el “desmedido interés” por servir a la comunidad quedan en promesas vanas, huecas, carentes de credibilidad ante un pueblo que escucha el discurso político como una perorata sosa, inservible y mentirosa. En un par de días, algunos de los candidatos y candidatas ya se dieron cuenta de que no será tarea fácil convencer a la gente para que vaya a votar.

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