viernes, 8 de julio de 2016

“Bailar es alabar a Dios”

Luz María Ortega empezó a bailar desde antes de nacer,  se movía mucho dentro del vientre de su madre
Luz María Alfonso Ortega, llegó al mundo un 29 de enero de 1959 en una casa ubicada en la calle 10 de este puerto, donde aún reside.
En los primeros años de la infancia, su maestro fue Tirso Z. Molina, quien en el kínder del Colegio Ilustración, le enseñó un bailable para fin de cursos, de ahí en adelante, la niña siempre se apuntaba para bailar en los eventos escolares.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera, fue a la Universidad de Guadalajara a estudiar danza, profesión de la que se  graduó en 1981 con el mejor promedio de su generación.
Esto la llevó a viajar a la ciudad de México a recibir diploma y medalla por parte del CONACYT como mejor estudiante de México y desayunar en Los Pinos con el entonces presidente del país, José López Portillo.
Regresó a Guaymas y trabajó un año como maestra de danza en el Colegio Ilustración,  después,  volvió a Guadalajara a reintegrarse al ballet folklórico de la UDG.
Con este grupo  tuvo numerosas presentaciones, una de las más memorables fue en el Estadio Azteca de la ciudad de México,  durante la inauguración de Mundial Juvenil de Futbol.
En 1984 regresó a Guaymas y abrió su propia academia, era un tiempo en que solamente existía la escuela de Tirso Z. Molina,  y este nuevo lugar,  enriqueció al aprendizaje de la danza.
Le nombró Huehuecóyotl (que en la cultura náhuatl es el dios de la danza, representado por un viejo coyote), y rápidamente atrajo alumnos que buscaban un espacio para aprender danza folklórica, danza moderna, baile moderno  y tap.
Platica Luz María que en los últimos años se conformaron otros grupos de danza folklórica y en su academia tomaron auge las danzas polinesias, por lo que en 2009 cambió el nombre de su academia por Luao.
Ha sido maestra en el Instituto Tecnológico de Guaymas, dirigió coreografías para Carnaval y con el tiempo se ganó el  cariño y reconocimiento por su labor artística.
Luz María brilla por sí misma, sin embargo, los guaymenses no olvidan que es hija de Julio Alfonso Alfonso, el gran beisbolista de Los Ostioneros de Guaymas, de quien heredó el talento y la disciplina.
“De mi padre aprendí todo, es el mejor ser humano que conocí,  un hombre muy disciplinado y responsable, de él aprendí la importancia de  retirarme a tiempo del  escenario, ahora es de mis alumnas y yo sigo siendo maestra”.
Por su academia que a la fecha tiene 32 años ininterrumpidos, han pasado cientos de alumnos y ella continúa enseñando a niños y jóvenes.
Respecto al baile, Luz María afirma : “Cuando traes un gusto tan grande desde que naces, bailar es como respirar, lo hago de corazón, lo disfruto, se me hace algo maravilloso, y aparte de todas las definiciones que se puedan encontrar en una enciclopedia, para mí, bailar es como alabar a Dios con el cuerpo”.
Por eso y mucho más, dentro del festival Mar Bermejo, Luz María Alfonso Ortega, recibirá este viernes la medalla a la trayectoria y mérito cultural “Fray Ivo Toneck”. 

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