jueves, 28 de abril de 2022

Nunca me ha gustado ser “aguafiestas”, pero sinceramente, ese entusiasmo mostrado hoy por la Secretaria de Seguridad Pública, María Dolores del Río Sánchez, en torno al tema de violencia de género y familiar, y la implementación del pomposamente llamado Código Violeta con el cual pretenden inhibir ese tipo de delitos, no creo que fructifique mucho.

Seamos claros y específicos: la violencia de género y familiar no se resuelve con atención inmediata (que dicho sea de paso todavía no existe) por parte de las corporaciones policiacas, y tampoco con los castigos tibios (y tampoco duros) que se aplican a quienes los cometen. Mucho menos todavía cuando las mismas víctimas resultan ser, al final de cuentas, las defensoras de sus victimarios.

La violencia al interior de las familias o parejas ocasionales es realmente un problema grave en Sonora. Desafortunadamente, muy a pesar de las estadísticas preocupantes al respecto, el tema se ha vuelto tan común que la gente ya ni siquiera le da importancia. Si acaso algún vecino compadecido llama al 911 para reportar el caso, llega la policía, detienen (a veces) al agresor y al día siguiente ya está de regreso en casita, como si nada hubiera pasado.

Por desgracia, esa indiferencia oficial a este tipo de cosas y casos ha derivado en asesinatos o golpizas que dejan marcas de por vida, porque hasta ahora, lector amigo, no ha habido ni el más ligero avance en el tratamiento legal a este asunto. Los agresores siguen siendo tratados en las corporaciones policiacas y las agencia del Ministerio Público como “muchachos malcriados” a quienes sólo les piden que ya no se porten mal.

Es común que después de una persona muerta tras una serie de malos tratos, agresiones y golpizas, nos enteremos de que en múltiples ocasiones se había puesto la denuncia, pero nunca pasó de eso, de una regañada y una multa menor.

Por otra parte, las mismas víctimas del maltrato familiar o de pareja se convierten en las defensoras de quienes abusan de ellas, lo que crea un círculo tan vicioso, que los mismos agentes policiacos, hartos de la frecuencia de los reportes en ese sentido, ya hasta se burlan de las personas que acuden a pedir ayuda.

Creo que la autoridad todavía no capta qué se debe hacer para inhibir, ya no solamente este tipo de delitos, sino otros de mayor importancia. Todo se quiere resolver a base de macanazos o a punta de bala, y se “preocupan” por establecer programas que al final de cuentas no previenen nada. Y ahí están las estadísticas de marras para corroborarlo.

Mientras los “genios” del gobierno sigan creyendo que invertir millones de pesos para programas superficiales y comprar más pistolas es la solución a la comisión de los delitos, y no consideren el cambio educativo para las nuevas generaciones, esto no va a terminar nunca.

Los niños, los adolescentes, imitan patrones de conducta de los mayores. Y  lo único que están aprendiendo los chamacos de hoy en día es que todo se resuelve a punta de madr….zos.

 

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