Esta mañana, al salir de mi turno de cabina, llegué a un puestecito de burritos ahí en la 29 y Serdán a tranquilizar un poco a la tripa enojada por el prolongado ayuno. Las muchachas que lo atienden salpican el sabor de su producto con una siempre grata conversación. Sin embargo, sentía que algo me molestaba mientras desayunaba.
Ahí en ese sector, frente a
donde antiguamente estaba el Hotel Rubí y donde hoy son las instalaciones de
Amor 101, desde hace muchos meses existe una enorme laguna formada tanto por
agua potable como por la que sale del destrozado sistema de alcantarillado. Y
si le agregamos lo acumulado por las recientes lluvias, la situación es
sumamente asquerosa.
Lo que me molestaba era la
presencia de miles --creo que eran millones-- de moscos y los llamados “bobitos”
(a cuya frenética actividad a milímetros del ojo humano jamás le he hallado
razón) que acosaban a los tempraneros comensales que estábamos ahí. Nos dimos
cuenta todos de que la laguna hedionda de la calle 29 ya tiene bichos rastreros
y voladores de los que provocan la humedad y el agua cochina.
Ya satisfecha mi mañanera
apetencia, salí huyendo de los montoneros insectos para dirigirme a casa. Al
llegar diariamente aquí, me gusta ver el resplandor del incipiente sol que
ilumina con fuerza viva y optimismo el oriente. Pero sufrí una desesperante
decepción cuando noté que la humedad de la “Abelardo L. Rodríguez” también
provocó ya la presencia de esa diminuta cuanto agresiva fauna.
El tramo del carro a la casa
fue utilizado por los insaciables moscuchos y demás para darse una ración de lo
poco que me queda de nutrientes, hasta que finalmente pude encontrar alivio en
la tranquilidad del hogar.
Bueno, al margen de lo
anterior, anoche fuimos mi chaparra y yo, además de mi hijo Fernando, mi nuera
Katty y los bebés, a la Plaza “13 de julio”. Arrancaba ahí el programa “Domingos
familiares”, iniciativa de la sección 173 del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Música en Guaymas, y aun cuando ya una parte del histórico
sitio luce oscuro seguramente por el ataque de los ladrones de cableado y demás
bichos --peores que los mencionados antes-- el evento lució muy bonito.
Apoyados con la presencia de
Celestino “Tino” Sarabia Tautímez, Secretario de la Comuna, los dirigentes del
sindicato encabezado por Marcos Morales emprendieron un proyecto que busca
recrear de nuevo la legendaria plaza y fomentar la convivencia de las familias
en un lugar que antaño era el sitio predilecto para eso. Un plan bueno desde
cualquier perspectiva.
Lástima que nos corrió el
calor húmedo que agobiaba a los nietos, pero nos gustó bastante el propósito de
esta actividad, que dicho sea de paso, se hará cada dos domingos.
Pero bueno, ya sé que usted se
está preguntando… ¿y qué demonios tiene que ver una cosa con la otra?
Ese tipo de actividades son
motivantes para las familias de bien. A pesar de la prevaleciente inseguridad y
lo contaminado del ambiente, mucha gente atendió la invitación y acudió a
divertirse, bailar un poco y consumir algo de los y las emprendedores que se
ponen en la plazuela.
Pero para que esto pueda
continuar, es de urgente necesidad que las autoridades se pongan a trabajar,
sobre todo los que están a cargo (sin hacer nada) de las fugas de aguas
pestilentes y limpias que mantienen húmedas la mayor parte de las calles y
avenidas de Guaymas.
El ciudadano común, y en este
caso el sector de los músicos, gusta de hacer y participar en cosas positivas.
Hay que corresponder a eso buscándole una nueva perspectiva a la situación de
nuestra ciudad.
¡Por favor!
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